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¿Habría que ilegalizar el comunismo?

Esta semana hemos conocido el informe de la ONU sobre la situación de los Derechos Humanos en Corea del Norte. El régimen de Pionyang se ha negado a cooperar con la comisión encargada de elaborar ese informe, por lo que ésta ha tenido que hacer su labor entrevistando a víctimas del régimen norcoreano que consiguieron huir del país. Y el relato del horror que emerge de esos testimonios es espeluznante.

Con el lenguaje técnico y aséptico que se emplea en este tipo de informes oficiales, la comisión enumera, una por una, las atrocidades del régimen norcoreano que caerían directamente dentro de la categoría de crímenes contra la Humanidad.

Según el informe, Corea del Norte sería responsable de crímenes de: exterminación; asesinato; esclavitud; tortura; confinamiento; violación; aborto forzado y otras violencias sexuales; persecución por razones políticas, religiosas, raciales o de género; desplazamiento forzoso de la población; desapariciones y provocación deliberada de hambrunas prolongadas. Muchos de esos crímenes continúan cometiéndose hoy en día en Corea del Norte, en medio de la más absoluta impunidad.

El uso de la tortura, por ejemplo, es habitual en el sistema carcelario y de campos de concentración coreanos, como lo es también el matar literalmente de hambre a los prisioneros. En estos momentos, el número de prisioneros políticos se calcula en unos 100.000. Pero no solo está reservada la tortura al sistema carcelario. El informe narra, por ejemplo, casos espeluznantes de utilización de la tortura como escarmiento público de personas que habían intentado simplemente escapar del país.

Las violaciones sexuales a mujeres presas y los abortos forzados son solo algunos de los crímenes específicamente dirigidos contra las mujeres, a quienes el sistema de clasificación en grupos sociales imperante condena a una situación de discriminación.

Amplias capas de la población habrían sido condenadas a la hambruna en momentos específicos de los pasados años, por el procedimiento de desviar recursos a los gastos militares y reservar la comida disponible para aquellos grupos sociales que el régimen comunista consideraba prioritarios. Esas hambrunas se habrían visto agravadas por la negativa a permitir la acción sobre el terreno de organizaciones humanitarias y por el desvío de los fondos de esas ayudas. Dado el hermetismo del régimen, la comisión no ha podido establecer un recuento exacto de víctimas, pero el número de muertos por hambre es de centenares de miles de personas. Algunas fuentes citadas en el informe sitúan el número total de muertos en un mínimo de 600.000 y un máximo de 1 millón de personas, solo en el período 1995-2000.

En cuanto a las deportaciones y desapariciones, son práctica corriente en un régimen en el que el partido comunista lo controla todo y lo decide todo.

El informe de la comisión está disponible en versión completa y resumida en la web de las Naciones Unidas, para aquellos de ustedes que tengan interés en consultarlo y horrorizarse. Las conclusiones finales del informe incluyen la petición de que se envíen los datos recabados al Tribunal Penal Internacional, para que se tomen las acciones correspondientes respecto a los crímenes contra la Humanidad descritos.

Dado el nivel de barbarie retratado en el informe, su publicación ha sido noticia en todo el mundo, aunque una noticia efímera. Y, en mi humilde opinión, no creo que debamos dejar pasar el informe sin más. Por dos motivos concretos.

En primer lugar, ¿tiene algo que decir Izquierda Unida, tienen algo que decir Cayo Lara o Alberto Garzón, sobre el genocidio cometido en Corea del Norte en nombre del comunismo? Cayo Lara no es, evidentemente, responsable de los crímenes cometidos en Corea del Norte, pero tengo derecho a preguntarle su opinión exactamente por las mismas razones que tengo derecho a preguntarle a un dirigente del partido neonazi Amanecer Dorado qué opina de los crímenes cometidos en la Alemania de Hitler. Además, desde el mismo momento en que determinadas organizaciones juveniles encuadradas en Izquierda Unida se han permitido públicamente calificar de "titánica" la labor del régimen genocida, Cayo Lara y los demás dirigentes de IU están obligados a decirnos qué opinan del genocidio que describe la ONU.

Y en segundo lugar, y por mucho que se repita lo contrario, no todas las ideas son respetables, ni deben ser toleradas. En los países libres y democráticos, existen, deben existir, ideas que no pueden tolerarse: concretamente aquellas basadas en la negación inhumana y directa de los derechos más básicos. Es por ello que la legislación de muchos países occidentales prohíbe el nacionalsocialismo, como ideología responsable de que una vez en Europa hubiera cámaras de gas.

En este sentido, ¿no sería hora de declarar también fuera de la ley a esa ideología, el comunismo, responsable de la muerte de millones de personas en el gulag soviético, en los campos de reeducación chinos o en los campos de exterminio coreanos?

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