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Golpes de suerte

El devsirme (que en turco significa "recolección") fue un sistema de reclutamiento forzoso de niños cristianos de los Balcanes por parte de las autoridades del Imperio Otomano. Esos niños eran obligados a convertirse al Islam y sometidos a una educación enormemente completa, que permitía a los mejores de ellos incorporarse a la burocracia o la milicia del imperio. El sistema fue originalmente concebido por el sultán Murad I para contrarrestar el poder de la nobleza turca, y lo cierto es que permitió, durante tres siglos, nutrir de funcionarios capaces la administración y de oficiales capaces el ejército.

Uno de esos niños reclutados mediante el devsirme fue Koprulu Mehmed Pachá, que terminaría llegando a gran visir, el equivalente a nuestro jefe de gobierno. Tras una larga carrera en la administración imperial, en la que se labró fama de hombre capaz, honesto e insobornable, Koprulu Mehmed Pachá fue nombrado gran visir cuando ya contaba 80 años de edad, en un momento en el que el imperio otomano hacía frente a una grave crisis política y militar.

Cuando el sultán le propuso nombrarle gran visir, Koprulu Mehmed Pachá puso tres condiciones: que el sultán no emitiera ningún decreto que Koprulu Mehmed Pachá no hubiera elaborado; tener carta blanca para los nombramientos y destituciones de altos cargos y que el sultán no permitiera que nadie le fuera con chismorreos y cuentos sobre el gran visir.

Koprulu Mehmed Pachá gobernó solo cinco años, pero en ese tiempo reformó la administración, recentralizándola y ejecutando a los funcionarios sospechosos de corrupción; desmanteló diversas conspiraciones políticas y militares, aplastando sin piedad a todos los que ponían en riesgo la estabilidad del trono; y devolvió a Turquía el prestigio militar, haciendo gala de una extrema dureza con los jefes militares incapaces y dirigiendo dos campañas victoriosas, contra los venecianos y contra Transilvania.

Cuando Koprulu Mehmed Pachá cayó enfermo y el sultán acudió a visitarle en su lecho de muerte, el gran visir le dio cuatro consejos: que nunca se dejara aconsejar por una mujer, que nunca nombrara a un ministro que fuera demasiado rico, que mantuviera siempre las arcas del Tesoro llenas y que siempre mantuviera al ejército ocupado.

Koprulu Mehmed Pachá también sugirió al sultán que, como sucesor suyo, nombrara gran visir a su hijo. El sultán así lo hizo, y el hijo de Koprulu Mehmed Pachá resultó ser otro excelente gran visir. La familia Koprulu dio un total de ocho grandes visires al imperio en el lapso de 70 años.

La historia de ese primer gran visir de la familia Koprulu pone de relieve dos cosas. En primer lugar, ilustra cómo el destino de las naciones y de los imperios depende, en muchas ocasiones, de la acción de personas individuales, que por el motivo que sea se salen de la norma y desarrollan una labor excepcional. Lo que quiere decir, por supuesto, que la suerte tiene una gran influencia en los acontecimientos históricos y en el ascenso y caída de las naciones.

Pero la historia de Koprulu Mehmed Pachá también ilustra cómo la organización de los estados puede favorecer o dificultar esos golpes de suerte que las naciones necesitan. El sistema de devsirme fue una creación enormemente inteligente, que no solo permitió al imperio otomano reclutar funcionarios y generales capaces, sino que también evitó que el imperio degenerara en manos de castas de nobles incapaces y autoperpetuadas. El devsirme era una manera de introducir savia nueva de forma constante en el tronco del imperio.

El éxito en la vida es cuestión de suerte, pero el que trabaja doce horas al día suele tener el doble de suerte que el que trabaja seis. De la misma manera, el éxito de las naciones es cuestión de suerte, pero aquellas naciones que saben dotarse de sistemas adecuados de selección, formación y promoción de gobernantes capaces, suelen tener más suerte que las naciones cuyo destino cae en manos de oligarquías cerradas, autoperpetuadas y egoístas.

Miren ahora ustedes a su alrededor y pregúntense: ¿cómo está organizado nuestro sistema político? ¿Favorece que sean los mejores, los más capaces, los más honestos, los que lleguen a los puestos más altos? ¿O hemos organizado nuestra democracia de forma que son los más inútiles, los más egoístas y los más miopes los que terminan dirigiendo nuestros destinos?

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