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En la calle no Podemos

Ayer se celebraron las denominadas Marchas de la Dignidad, esa cosa sucesora de las mareas de todos los colores que de vez en cuando convocan a la gente a la calle. Y la jornada volvió a saldarse con un nuevo fracaso: 2.000 personas en Sevilla, 1.000 en Bilbao, 1.500 en Barcelona, 10.000 (siendo muy generosos) en Madrid...

Ese nuevo fracaso no sería noticia, de no ser por un aspecto: esta vez, las marchas contaban con el respaldo explícito de Podemos, el partido ascendente en las encuestas, que le otorgan ya el 25% en unas hipotéticas elecciones.

¿Cómo es posible que un apoyo electoral de millones de votos se traduzca luego en un sonoro fracaso de convocatoria, a la hora de salir a la calle? ¿No es una contradicción?

En absoluto: es perfectamente lógico. Y demuestra que los españoles son bastante más sensatos de lo que normalmente se piensa. Una cosa es que alguien se declare dispuesto a votar a Pablo Iglesias y otra bien distinta que esté de acuerdo con él, o que vaya a respaldarle en cualquier cosa que haga o que convoque.

Se puede votar por muchos motivos; por ejemplo, puede votarse a alguien por proximidad ideológica. Pero también se puede votar una determinada opción como mal menor, sin estar del todo de acuerdo con ella. O incluso se puede votar a alguien fundamentalmente contrario a tus ideas, solo por castigar a otros.

¿Sería posible que Podemos ganara unas elecciones en España? Sí, lo sería. Al paso que vamos, empieza a ser cada vez más probable. Pero se equivocaría quien piense que esos votos son de Podemos. A quien esos votos pertenecen es a personas que, lejos de ser estúpidas o manipulables, usan su voto de la forma que creen mejor para reconducir una situación que no les gusta.

A Pablo Iglesias le agrada la imagen de Podemos como "escoba", que viene a barrer la porquería generada por la Casta. Y el propio Rajoy utilizó también esa misma imagen en el Parlamento el otro día, dejando caer que, si se siguen extendiendo las sospechas de corrupción sobre todos los políticos, "solo quedará espacio para salvapatrias de escoba".

Resulta dudoso, en realidad, que Podemos sea una verdadera escoba, vista la reacción de Pablo Iglesias ante las primeras sospechas que afectan a su partido. Pero, suponiendo que lo fuera, lo importante en el análisis es recordar quién maneja el instrumento. Porque todos tendemos a pensar, inconscientemente, que si algo como Podemos es una escoba, entonces el que la empuña es Pablo Iglesias, pero no es así: Pablo Iglesias sería, en todo caso, una pieza más de la escoba, pero el que maneja esa escoba es el pueblo español, con su voto y con sus opiniones. Y prueba de ello es que, si la escoba no funciona, se cambia el instrumento completo, con su líder a la cabeza, y se empuña otra escoba.

He intentando muchas veces explicar en este programa que la verdadera democracia no consiste en elegir a quien manda, sino a quien sirve: elegimos al que nos parece que va a servir mejor a nuestros intereses, pero quienes mandamos somos nosotros, los votantes. Y por eso es bueno castigar con la máxima dureza electoral al sirviente que te engaña, que te sisa o que se te sube a las barbas.

Si Pablo Iglesias fuera inteligente, y creo que tonto no es, debería mirar la enorme desproporción entre la fuerza electoral que le auguran las encuestas y su capacidad de movilización en la calle, que es más bien nula. Y debería deducir de esa disparidad que, en realidad, toda su fuerza electoral es prestada. Y prestada en unas condiciones muy concretas y para algo muy concreto. Y que, como dice el refrán, "al que viste de prestado, en la calle lo desnudan".

Veremos qué dicen las encuestas en semanas y meses posteriores, pero Pablo Iglesias y Podemos deberían ser conscientes de que lo único que una parte de la ciudadanía ha hecho ha sido prestarles su voto de forma coyuntural. Los electores van a jugar al voto útil. Punto. Si Podemos y Pablo Iglesias quieren algo más, si quieren un verdadero apoyo de la gente, van a tener que ganárselo.

Me temo que la gente está ya muy resabiada y escarmentada, como para que venga ningún vendedor de humo a contarle milongas. Y me temo también que los planteamientos de Podemos son demasiado decimonónicos en muchos aspectos, y sus actitudes y símbolos demasiado casposos, como para poder desatar pasiones en nadie.

Un ejemplo: la canción elegida para cerrar la asamblea de Podemos fue La estaca, de Lluis Llach. Lo cual resultaba enormemente cómico: ¿de verdad se piensan los de Podemos que nadie se va a emocionar a estas alturas cantando eso? Parece una escena sacada de la serie "Cuéntame cómo pasó". Conseguir que la gente te preste el voto es más sencillo que llegar a su corazón, por muy Pablo Iglesias que seas.

Y eso que vale para Pablo Iglesias, vale también para otros aspirantes a construir una alternativa. La pregunta que todos ellos - UPyD, Ciudadanos, Vox, Podemos - deberían hacerse es: ¿por qué no somos capaces de llegar al corazón de la gente?

Para tocar un acorde, tienes que pulsar las teclas adecuadas.

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