Menú

El papel de cada actor en el teatro de la investidura

Ayer les hablé en el editorial de lo que el PP podría hacer para recuperar la iniciativa. Es decir, de lo que debería pasar. Permítanme que hoy les hable de lo que previsiblemente pasará, teniendo en cuenta que cada actor del drama de la investidura persigue sus propios intereses personales.

La estrategia de Rajoy

Rajoy necesita ser presidente o dejar la presidencia a Soraya Sáenz de Santamaría. Así que intenta mover todos los hilos para presionar a Sánchez en la sombra, con el fin de que deje gobernar al PP. Si eso no se consigue (y Rajoy ya va entendiendo que no lo va a conseguir) su estrategia pasa por bloquear la formación de un gobierno PSOE-Ciudadanos y jugarse el todo por el todo en unas nuevas elecciones. Siempre y cuando, claro está, Sánchez no consiga formar gobierno con Podemos. De cara a esas nuevas elecciones, Rajoy confía en que Susana Díaz logre desbancar a Pedro Sánchez y que el nuevo PSOE le deje gobernar en minoría, tal como estaba inicialmente previsto.

La estrategia de Susana Díaz

Originalmente, Susana Díaz apostaba por dejar gobernar al PP, descabalgar a Sánchez de la Secretaría General y hacerse con las riendas del partido, con vistas a convertirse en presidenta en las siguientes elecciones. Ahora se lo juega todo a bloquear, de la mano de Rajoy, la formación del nuevo gobierno. Si vamos a nuevas elecciones, tendría la oportunidad de sustituir a Sánchez y retomar el plan original, dejando al PP gobernar en minoría.

La estrategia de Pablo Iglesias

La torpeza y la soberbia de sus adversarios ha colocado a Pablo Iglesias en una situación inmejorable, en la que sale ganando pase lo que pase. Puestos a elegir, prefiere dejar que PP, PSOE y Ciudadanos articulen algún tipo de acuerdo de gobierno, porque eso le colocaría como líder de la oposición y le daría tiempo para controlar y fagocitar las confluencias. Tampoco le haría ascos a un gobierno con el PSOE, siempre que quede claro que es él el que manda en esa coalición: de ahí que esté procurando dejar claro que Sánchez deberá humillarse si quiere el acuerdo. Si Sánchez fracasa finalmente en su intento de alcanzar La Moncloa, tampoco le preocupa a Pablo Iglesias que vayamos a nuevas elecciones, puesto que confía en mejorar los resultados de Podemos y quedar por delante del PSOE.

La estrategia de Pedro Sánchez

Sánchez necesita, como Rajoy, ser presidente, para no ver su carrera política finalizada. Y para ello le hace falta o la abstención del PP, o el apoyo de Podemos y de los separatistas. Sabe que Rajoy intentará bloquear el acuerdo con Ciudadanos, pero de todos modos Sánchez escenificará con Ciudadanos una negociación, para poder decir: "¿Veis? Yo lo he intentado, pero Rajoy no me deja otra alternativa que pactar con Podemos". Fracasada la negociación con Ciudadanos, Sánchez deberá enfrentarse a los barones y a la vieja guardia de su partido, con la ayuda de un referéndum entre la militancia que él confía en ganar. Si consigue imponerse en esa pelea a cara de perro, alcanzaría La Moncloa y acabaría con las aspiraciones de Susana Díaz. Después ya vería cómo lidiar con un Pablo Iglesias convertido en vicepresidente.

La estrategia de Albert Rivera

Rivera necesita evitar a toda costa unas nuevas elecciones, porque Ciudadanos es el partido que más riesgo corre. Después del gatillazo del pasado 20 de diciembre, cuando Ciudadanos quedó muy lejos de las expectativas, cualquier bajada en unos nuevos comicios dejaría a al partido de Rivera reducido al papel de mera bisagra, destinada a desaparecer con el tiempo. Rivera intentará, por tanto, que fructifiquen las negociaciones con Pedro Sánchez. Si no salieran adelante por la negativa de Rajoy, Rivera confía en que Sánchez y Podemos logren finalmente articular una coalición, lo que daría a Ciudadanos el liderazgo de la oposición durante los largos meses que el PP tarde en salir del estado de shock después de abandonar el gobierno. El mayor riesgo para Rivera, actualmente, es que las negociaciones con Sánchez le van a obligar a definirse en numerosos asuntos, lo que acabará con esa virginal áurea de ambigüedad que hasta ahora le ha permitido pescar votos a derecha e izquierda. Ciudadanos va a tener que hilar muy fino durante las negociaciones, si no quiere abrasarse.

Esas son, en esencia, las estrategias de los principales actores de la obra. Teniendo todo eso en cuenta, cabe extraer algunas conclusiones:

1. El acuerdo PSOE-Ciudadanos solo saldrá adelante si alguien consigue descabalgar a Rajoy de su puesto al frente del PP

2. Como eso es poco probable, la solución de gobierno más viable, a fecha de hoy, es un pacto PSOE-Podemos. Pero las presiones en contra de ese pacto van a ser terribles, tanto dentro como fuera del PSOE.

3. Si vamos a nuevas elecciones, el juego saltaría otra vez a la casilla original, y el plan previsto consiste en que un PSOE dirigido por Susana Díaz deje gobernar en minoría a un PP dirigido por Rajoy o por Soraya Sáenz.

Pero todo esto, claro está, es la situación a fecha de hoy. Situación que puede cambiar mañana mismo si se produce, por ejemplo, una grave crisis nacional o internacional, si hay algún movimiento inesperado en los partidos o si saltan nuevos escándalos de corrupción. De hecho, cabe esperar que la guerra de dossieres se recrudezca en fechas próximas, como parte del juego de presiones y contrapresiones.

Y, por supuesto, los planes de algunos pasan por la celebración de nuevas elecciones. Y ya hemos comprobado que las elecciones las carga, últimamente, el diablo.

En suma, que nos vamos a entretener muchísimo en los próximos meses.

A falta de una clase política que defienda los intereses de España y de los españoles, al menos tratemos de disfrutar del espectáculo.

Herramientas

0
comentarios