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El factor humano, sí, ¿pero cuál?

Hoy me gustaría invitar a todos los oyentes a analizar un hecho que, en principio, no tiene fácil explicación.

Como ya saben, en estos meses se ha mantenido la incertidumbre sobre la posible formación de un gobierno al que desde la derecha se le denominaba "de frente popular": un gobierno compuesto por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, con apoyo de diversas formaciones nacionalistas. Pues bien, al final ese gobierno no se ha formado. Y la pregunta es “¿Por qué?”.

Dado que ese gobierno contaba con la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, ¿por qué no se ha podido formar? ¿Qué puede haber impulsado al PSOE a rechazar un acuerdo de gobierno que contaba con los votos necesarios, para al final ir a unas elecciones en las que el PSOE corre el riesgo de quedar tercera fuerza y sumirse en una lenta agonía? Les invito a todos ustedes a tratar de responder a esa pregunta.

Quizá alguno pueda decir: "Es que Podemos exigió demasiado para formar ese gobierno". Pero eso no es una respuesta. Si Podemos exigía mucho para formar gobierno, la solución era fácil: concedérselo. Y si no, al menos se podía haber realizado una contraoferta más realista desde el PSOE y colocar a Podemos en la tesitura de rechazarla. Pero ni siquiera se intentó esa vía.

Quizá algún otro oyente pueda responder: "Es que el acuerdo con Ciudadanos impidió que el PSOE se echara en brazos de Podemos". Pero eso no es tampoco una respuesta. Ese acuerdo con Ciudadanos es algo que el PSOE buscó, igual que podía no haberlo buscado, con lo cual la pregunta simplemente se transforma: “¿Por qué el PSOE buscó ese acuerdo con Ciudadanos, en vez de pactar con Podemos?”. Dicho de otro modo: el PSOE pactó con Ciudadanos precisamente para hacer imposible el pacto con Podemos, así que la pregunta sigue siendo: “¿Por qué?”.

Un tercer oyente podría contestar: "Es que formar gobierno con Podemos hubiera sido la sentencia de muerte del PSOE, porque terminaría absorbido". Eso sí podría ser una respuesta, pero entonces es que jamás hubo un riesgo real de que se formara un gobierno de frente popular, ¿verdad?

Quedémonos con esta tercera respuesta: si no se formó gobierno con Podemos es porque en realidad el PSOE no quería formarlo. Por la razón que fuera, pero no quería.

Con lo cual, volvamos al 20 de diciembre y pongámonos en esa situación: soy el PSOE y no quiero formar gobierno con Podemos, a pesar de que tengo los votos necesarios. Eso solo me deja tres opciones:

1) formar gobierno con el PP en una gran coalición

2) dejar con mi abstención que el PP forme gobierno

o 3) conseguir que el PP me deje, con su abstención, formar gobierno a mi.

Recuerden que, de estas tres opciones, Juan Luis Cebrián dejó claro en El País cuál era su solución preferida: que el PSOE se abstuviera y dejara a un gobierno de PP y Ciudadanos (pero sin Rajoy) comerse una reforma constitucional en sentido federal y laicista.

Sin embargo, eso que debería haber sido simple (implementar una de estas tres soluciones y en especial la de Cebrián), ha terminado naufragando. ¿Por qué?

Nos intentan dar a entender que la primera solución (gobierno de gran coalición) y la segunda (gobierno de PP y Ciudadanos con abstención del PSOE) han naufragado por la negativa de Rajoy a dar un paso atrás. Pero la pregunta es: ¿y eso qué más daba? ¿No ha cumplido Rajoy disciplinadamente con el programa electoral de Zapatero, respetando todas y cada una de las leyes que el PSOE aprobó en las dos legislaturas anteriores? ¿Entonces por qué les molestaba que Rajoy siguiera al frente del gobierno, con lo disciplinado que es? ¿Quizá no se fían de él y temen que termine por no abrir el melón constitucional, que parece ser el objetivo de todos?

Tal vez la respuesta esté ahí: en el factor humano. Si analizamos lo que ha sido el gobierno de Rajoy, vemos que, en efecto, ha prolongado las anteriores legislaturas de Zapatero, pero siempre sin mojarse, siempre limitándose a dejar hacer. Rajoy ha mantenido las leyes ideológicas de Zapatero, ha mantenido la hoja de ruta de negociación con ETA, ha permitido que continuara la dinámica centrífuga iniciada con la aprobación del nuevo estatuto catalán… pero siempre procurando que las decisiones las tomaran otros, que las responsabilidades las asumieran otros. A Rajoy no le importa ni poco ni mucho que le acusen de no haber obrado bien… siempre y cuando no le puedan achacar la responsabilidad objetiva de haber obrado mal. Desde la famosa reunión entre Fernández Díaz y Zapatero, hasta la reforma del Tribunal Constitucional para que sea éste quien se encargue de sancionar los incumplimientos de sus propias sentencias, toda la labor de Rajoy parece orientada a que sean siempre otros quienes asuman las responsabilidades.

¿Es eso lo que está fallando ahora? La reforma constitucional en sentido federal no puede delegarse en otros. Si Rajoy es presidente de gobierno y esa reforma se lleva a cabo, tendría que mojarse, quiera o no quiera. Tendría que asumir la responsabilidad, ante la opinión pública y ante la Historia, de la centrifugación definitiva de España. ¿Es eso lo que Rajoy se niega a hacer y por lo que se ha puesto toda la carne en el asador para que se vaya?

No lo sé. Pero está claro que algún tipo de factor humano se está cruzando en el camino de los planes de reforma constitucional trazados.

Afortunadamente para España, añadiría yo.

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