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El Ecce Homo de UPyD

Hace ahora dos años, la localidad zaragozana de Borja saltaba a las portadas de los periódicos porque una vecina jubilada, Cecilia Giménez, había destrozado una pintura de un Ecce Homo intentando restaurarla. La historia, entre hilarante y tierna, y que tanto recordaba a una famosa escena de una película de Mr. Bean, dio la vuelta al mundo, y Cecilia y su nuevo Ecce Homo se convirtieron rápidamente en un fenómeno en todas las redes sociales.

No se crean ustedes que el caso de Cecilia es el único, ni el de más graves consecuencias, de vandalismo pictórico bienintencionado. En marzo de 1992, un grupo de 70 boy scouts franceses salieron de excursión a una cueva situada cerca de la localidad francesa de Bruniquel, la Cueva des Mayrière, dispuestos a hacer la buena obra del día y a limpiar la cueva de los indeseables grafitis con que los vándalos la habían decorado.

Dicho y hecho: armados con cepillos de púas de acero, los afanados boy scouts se aplicaron a la tarea de dejar las paredes de la cueva limpias y relucientes. Pero lo que podía haber sido un meritorio ejercicio cívico, terminó convirtiéndose en un desastre, porque, en su afán de limpiar y dar esplendor, se llevaron por delante una parte de las pinturas rupestres de bisontes que la cueva contenía, cuya antigüedad estimada era de 15.000 años.

Ambos casos, el del Ecce Homo y el de las pinturas rupestres, comparten una misma característica: fueron las buenas intenciones, y no la maldad, las que provocaron el destrozo. Sin embargo, las consecuencias finales en los dos episodios fueron bien distintas.

En el caso de Cecilia Giménez, su restauración del Ecce Homo terminó siendo una bendición para el pueblo de Borja. Porque, en el fondo, aquel Ecce Homo que Cecilia destrozó no pasaba de ser una pintura sin ningún valor especial, mientras que la fallida restauración de la misma situó la localidad de Borja en el mapa y unos 150.000 visitantes se han acercado ya a ver in situ el resultado del trabajo de Cecilia, con el consiguiente beneficio para el pueblo.

En el caso de los boy scouts franceses, por el contrario, el destrozo no reportó beneficio ninguno: parte de las pinturas rupestres se perdió para siempre, sin que ello supusiera, posteriormente, ningún beneficio para nadie, sino más bien todo lo contrario.

Son dos las lecciones que cabe extraer de estos episodios: la primera, que a veces se pueden causar auténticos estropicios con la mayor ingenuidad del mundo, y llevados de las mejores intenciones. La segunda, que a veces los desastres pueden terminar convirtiéndose, por azares del destino, en una bendición.

Ayer conocimos que el eurodiputado de UPyD, Sosa Wagner, deja su escaño y el partido, después de la polémica suscitada a raíz de que Sosa publicara en un medio de comunicación una carta abierta, atacando a su partido e instando a la unión con Ciudadanos.

Cuando Sosa Wagner hizo su propuesta, que en la práctica no era otra cosa que una liquidación de UPyD, mucha gente bien intencionada comenzó una campaña de duras críticas a la formación liderada por Rosa Díez. El mensaje básico de esa campaña era: "Si UPyD no acepta fusionarse con Ciudadanos (por supuesto, bajo el liderazgo de Albert Rivera, porque si no las presiones se dirigirían hacia Ciudadanos), entonces es que UPyD no vale como alternativa".

Muchos de quienes así razonaban (aunque no quienes habían desatado esa ofensiva) estaban movidos por un deseo loable: construir una alternativa al actual sistema bipartidista, que evitara que todo el voto del desencanto se refugiara en Podemos. Sin embargo, esas buenas intenciones solo han conseguido cometer un destrozo, y además un destrozo tanto a UPyD como a Ciudadanos.

A UPyD se la ha dañado porque, a base de caricaturizar a Rosa Díez y a todo el partido, se ha presentado a la formación magenta como un partido antidemocrático, hosco, poco abierto a la colaboración e incapaz de constituirse en alternativa.

Pero tampoco a Ciudadanos se le ha hecho un favor, sino todo lo contrario. Porque, inconscientemente, se ha transmitido a los electores la idea de que el enemigo de Ciudadanos no es la Casta, sino UPyD, y de que la formación de Albert Rivera es incapaz de crecer por sí misma, y necesita que UPyD le aporte unos votos que de otro modo no conseguiría. Ninguna de las dos cosas habla muy bien tampoco de la capacidad de Ciudadanos para constituirse en alternativa de gobierno.

¿Cuál es el resultado? Pues que se han perdido un par de meses preciosos. Durante este tiempo, UPyD y Ciudadanos podrían haber estado atacando, juntos o por separado, a la actual casta política, responsable de nuestra ruina. Pero, en lugar de ello, se han dedicado a perder el tiempo en disputas absurdas sobre una eventual unión, los unos acusando a UPyD de poco cooperativa y los otros intentando defenderse de las presiones.

Es decir, que todas esas personas bien intencionadas que han estado atizando el debate de la fusión entre UPyD y Ciudadanos, lo único que han conseguido es que la única oposición seria a PP y PSOE durante este tiempo sea la de Pablo Iglesias.

En otras palabras: esas personas bien intencionadas que solo querían que surgiera una alternativa al bipartidismo distinta a Podemos, podrían haber terminado consiguiendo que Podemos se confirme como la única alternativa. Es decir: buscando una mejora, habrían terminado provocando un destrozo. Como los boy scouts franceses o como Cecilia Giménez.

Sin embargo, no todo está perdido. Porque, como les decía más arriba, a veces los desastres pueden terminar convirtiéndose en bendiciones.

Porque, por ejemplo, y aunque todavía no sea consciente de ello, a UPyD le ha venido muy bien esta crisis, por varias razones. En primer lugar, porque le ha permitido desembarazarse de algún elemento nocivo. En segundo lugar, porque ha forzado una autocrítica interna sobre el modo de encarar las relaciones con los medios y con las redes sociales, y UPyD ha comenzado a adoptar un papel más proactivo en el terreno del marketing, que había sido siempre su flanco débil. Y en tercer lugar, porque esta crisis ha permitido a UPyD romper el bloqueo informativo. Se ha hablado más de UPyD en estos dos meses, en algunos medios de comunicación, que en los dos años anteriores. Es verdad que para criticar a la formación magenta, pero por lo menos eso ha atraído sobre la formación de Rosa Díez una atención que hasta ahora le estaba vedada.

Que eso termine siendo bueno o no, dependerá de si UPyD sabe lanzarse a la ofensiva y aprovechar, en sentido positivo, la notoriedad que este debate tan absurdo le ha otorgado. El Ecce Homo de UPyD que algunos medios han presentado es patéticamente feo. Pero a lo mejor tiene el efecto de conseguir colocar a UPyD en el mapa informativo y atraer centenares de miles de visitantes. Y termina siendo una bendición para el partido.

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