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El cuarteto de Barcelona

"El cuarteto de Alejandría", de Lawrence Durrell, es para algunos una de las mejores novelas del siglo XX. Se trata de una obra poliédrica, en la que se entrecruzan las historias de diversos personajes principales, siempre con el telón de fondo de la Alejandría de los años 30 del siglo pasado. Cada uno de los volúmenes de la tetralogía narra la misma historia básica, pero desde la perspectiva de un personaje distinto, lo que nos va redescubriendo una y otra vez la verdad sobre unos mismos hechos y deja en el aire la pregunta de cuál es, en realidad, la verdadera historia de cualquier ser humano determinado. Porque todos tenemos tantas biografías distintas, como personas haya que nos contemplen.

Además de los personajes principales, El cuarteto de Alejandría está plagado de historias tangenciales menores, de personajes secundarios, algunos de ellos inolvidables, cuyas vidas se cruzan con las de los protagonistas en uno u otro momento.

Una de esas historias menores es la de Amaril, que se enamora perdidamente de una mujer durante un baile de disfraces, para luego descubrir, al quitarle el velo, que su amada Semira no tiene nariz.

El próximo 27 de septiembre se celebrarán en Cataluña elecciones autonómicas. Como ustedes ya saben, el PP ha decidido presentar a Xavier García Albiol para tratar de movilizar a un electorado que en los últimos años se había ido distanciando cada vez más del partido. Las encuestas internas arrojaban unos resultados muy pesimistas, lo que llevó a Rajoy a tomar la decisión de poner como cabeza de cartel al ex-alcalde de Badalona, en sustitución de Alicia Sánchez Camacho.

Y a tenor de los sondeos, parece que la jugada fue acertada, porque el PP logró recuperar un pulso que se le escapaba por momento. Albiol conecta con el electorado popular en Cataluña y fue capaz de insuflar en unos electores desmovilizados la esperanza de que por fin el PP rectificara en Cataluña su política de sumisión al nacionalismo.

Sin embargo, es poco tiempo el que ha durado el espejismo. Esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, irrumpía en el inicio de campaña ofreciendo a los nacionalistas un pacto fiscal, y una serie de reformas constitucionales para darles más poder.

Acabado el baile, nuestro idolatrado Albiol se ha quitado el velo y lo que ha aparecido es la cara sin nariz del ministro Margallo. Según la información que ayer publicaba Cristina de la Hoz, entre las reformas constitucionales que Margallo habría ofrecido está la supresión del Artículo 155 de la Constitución (lo que eliminaría la posibilidad de retirar competencias a la autonomías), así como el blindaje de las imposiciones lingüísticas.

Llevo diciendo mucho tiempo que el peligro no está en el 27-S catalán, sino en el 28-S madrileño. Los separatistas obtendrán un resultado francamente malo; o como mucho, discreto. Por primera vez en democracia, CIU y ERC no tendrán, entre los dos, la mayoría absoluta de escaños en el parlamento catalán, y tendrán que recurrir a una formación antieuropea como las CUP para completar esa mayoría, si es que logran completarla, que está por ver.

El problema no va a venir, como digo, de Barcelona, sino de Madrid. Porque al día siguiente de las elecciones catalanas, PP y PSOE tocarán a rebato para tratar de vender a la opinión pública que es inevitable reformar la Constitución. Dará igual que los separatistas consigan o no la mayoría absoluta. Dará igual que Artur Mas haya fracasado a la hora de movilizar una masa crítica de catalanes en pro de la secesión. Dará igual que ese fracaso haga innecesario cualquier pacto (¿para qué pactar con quien ha fracasado en su órdago?). Todo eso dará igual.

Porque en realidad, de lo que se trata es de usar a Cataluña como excusa para blindar ese estado autonómico que da de comer al PP, al PSOE, a CIU y al resto de partidos que conforman eso que se ha dado en llamar casta.

Cuando el próximo 27-S se acerquen los electores catalanes del PP a las urnas, ¿a quién estarán dando su voto? ¿A la bella y embozada Semira Albiol? ¿O a la mujer sin nariz llamada Margallo? Creo que la respuesta está clara: Margallo es el ministro de Exteriores de Rajoy, además de amigo personal del presidente. No es la primera vez que se descuelga con una declaración escandalosa sobre Cataluña, sin que Rajoy le haya cesado y sin que tampoco le haya enmendado la plana públicamente. Quien habla por boca de Margallo es Rajoy.

Así que, lamentándolo mucho, García Albiol no es otra cosa que el cebo que se pone a los electores catalanes del PP para luego, celebradas las elecciones, volver a venderles al nacionalismo.

El 27-S, los separatistas harán el ridículo en las urnas. Pero el 28-S, quienes haremos el ridículo seremos los españoles, cuando PP y PSOE salgan al rescate de Artur Mas, concediéndole, por la vía de la reforma constitucional, lo que él es incapaz de conseguir en las urnas.

Porque, en realidad, el PP y el PSOE necesitan a Artur Mas. Imaginen ustedes por un momento que el nacionalismo se acabara en España: ¿cómo iban entonces el PP y el PSOE a justificar la existencia de un estado autonómico artificial, que no nos aporta nada y que nos cuesta un cojón de mico?

Y si los españoles decidieran librarse de ese estado autonómico inútil y costosísimo, ¿de qué iba a vivir tanto político del PSOE y del PP?

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