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El Concilio Cadavérico

A lo largo de la historia de la Iglesia Católica, se han producido numerosos cismas y divisiones a cuenta de la elección de nuevo papa. Controlar al obispo de Roma llegó a ser una importante herramienta en las luchas por el poder entre reinos europeos o entre aspirantes a tal o cual corona, por lo que distintas potencias y pretendientes pugnaban por que fuera nombrado algún protegido suyo. Muchas veces, la única consecuencia eran vaivenes en el posicionamiento político del papado. En otras ocasiones, las luchas sucesorias se traducían en que dos o incluso tres bandos enfrentados terminaban nombrando a sus respectivos candidatos.

A esos papas alternativos, enfrentados al papa considerado oficial, se les denomina 'antipapas'. Por supuesto, quién sea considerado papa o antipapa depende de cómo evolucionen a posteriori los acontecimientos. Siempre es el bando ganador el que termina escribiendo la Historia.

Pero lo que está claro es que, en cualquier momento dado, los distintos papas alternativos tenían, todos ellos, algún buen argumento para reclamar su legitimidad; de otro modo, no hubieran podido ser nombrados. Normalmente, el pretexto que se aducía para declarar inválido a un papa y reclamar el puesto para un antipapa, era algún tipo de defecto de forma o de fallo en la elección, o algún tipo de circunstancia (por ejemplo, el secuestro por parte de algún monarca especialmente agresivo) que impidiera al papa legítimo ejercer su cargo con libertad. En otras ocasiones (las menos) eran conflictos doctrinales los que motivaban el cisma.

Sea como sea, los anales de la Iglesia Católica recogen no menos de 35 'antipapas', entre los años 217 y 1410. Alguna época hubo en la que llegó a haber tres papas reclamando simultáneamente su legitimidad.

No he podido evitar acordarme de estos antipapas al ver a la presidenta del Comité Federal del PSOE afirmar el viernes que la única autoridad en el partido era ella, mientras dentro de la sede Pedro Sánchez seguía afirmando su legitimidad como secretario general. Por un momento temí que el Partido Socialista terminara nombrando un antisecretario general y que los dos, secretario y antisecretario, se expulsaran mutuamente del partido, de la misma manera que los papas y antipapas se excomulgaban unos a otros.

Igual que la mayoría de los antipapas no eran sino marionetas en manos de potencias europeas, sin que los aspectos doctrinales jugaran ningún papel, los bandos enfrentados en el PSOE no están discutiendo sobre aspectos ideológicos: es una mera lucha por ver quién controla la silla de Secretario General. Y de la misma forma que sucedía con el Papado, el objetivo no es la silla en sí, sino las cosas que controlando esa silla pueden hacerse.

Controlar el papado significaba en su época poder excomulgar a algún rey enemigo, quitándole legitimidad. O, a la inversa, contar con la aprobación papal para otorgar legitimidad a tal o cual pretendiente a un trono. Ahora, de lo que se trata es de ver si el PSOE bendice o no la coronación de Rajoy como presidente de gobierno. Y para que esa investidura sea posible, la vieja guardia del PSOE y sus acorazados mediáticos no han dudado en moverle la silla a Pedro Sánchez, empeñado él en no dar su brazo a torcer.

Como decía, es el bando ganador el que termina designando quién era el antipapa, cuando ha habido varios sumos pontífices simultáneamente. Aquí, que Pedro Sánchez pase a la historia del PSOE como un héroe o un villano depende, única y exclusivamente, de quién gane la batalla.

Algún caso ha habido en que se ha intentado convertir en antipapa a un papa después de muerto. Es lo que sucedió, por ejemplo, con el Papa Formoso, que ejerció de obispo de Roma entre los años 891 y 896. Nueve meses después de morir Formoso, uno de sus sucesores y rival político, Esteban VI, ordenó exhumar su cadáver y someterlo a juicio como papa ilegítimo, en un concilio que ha pasado a la Historia con el nombre de 'el Concilio Cadavérico'. Imaginen Vds el esqueleto de Formoso, ataviado con sus mejores galas y escuchando desde su trono las acusaciones vertidas contra él.

Yo no creo que esperen tanto los críticos para someter a Sánchez a consejo de guerra. Nueve meses es una eternidad. Quieren desbloquear la investidura de Rajoy y quieren hacerlo ya. Y pueden pasar dos cosas: que hoy consigan los críticos mayoría en el Comité Federal, en cuyo caso Pedro Sánchez será pasado de inmediato por las armas; o que Sánchez consiga el apoyo del Comité, en cuyo caso el cisma está servido. Y será también inmediato.

La respuesta la tendremos a lo largo del día. Esperemos que sin ningún tipo de violencia física. La verbal, la doy por descontada.

 

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