Ayer hemos conocido por los periódicos que tres miembros de las Fuerzas de Seguridad, entre ellos un comisario, van a ser juzgados por la detención ilegal de dos miembros del PP con motivo de la falsa agresión al ministro Bono.

El hecho de que el ministro Bono fuera capaz de fingir una inexistente agresión en una manifestación de víctimas del terrorismo dice bastante de su condición moral. En esa manifestación había personas que habían perdido a sus padres, a sus hijos o a sus esposos, o que habían sufrido la amputación de las piernas o las manos en un atentado terrorista. Que, entre esas personas, el ministro Bono tratara de presentarse ante la opinión pública como "víctima de las víctimas" y contribuyera al intento (afortunadamente fallido) de dinamitar la AVT es algo que se califica por sí mismo.

Pero, dejando aparte la opinión manifiestamente mejorable que me merezca el ministro Bono, la noticia de ayer es relevante para este blog porque ese comisario que va a ser juzgado por la detención ilegal de dos miembros del PP es, precisamente, el mismo que estaba al mando de aquella comisaría de Puente de Vallecas donde apareció la famosa mochila que nunca estuvo en los trenes.

Yo no sé si fue casual que apareciera justo en esa comisaría la falsa mochila del 11-M. Pero parece excesivamente casual, ¿verdad? El extraño viaje efectuado por los bultos de la estación de El Pozo el día 11 de marzo requiere una explicación, porque si en la detención de esos dos militantes del PP cabe sospechar que existiera una motivación política por parte de alguno de los miembros de las Fuerzas de Seguridad que van a ser juzgados, no podemos descartar que esa misma motivación política fuera la que determinase que la mochila de Vallecas apareciera en esa comisaría y no en otra.

Sobre los comentarios de los lectores

A Baudilio: Es posible que tengas razón, y que el reloj ideológico de Zapatero se quedara anclado en un pasado remoto. Pero, aunque fuera así, dudo que el PSOE hiciera lo que hace (con el coste político que ello conlleva) a menos que se viera obligado a hacerlo. Puede que Zapatero y sus consejeros áulicos sean sectarios, pero no son estúpidos. Mi opinión sincera es que, enfrentado al chantaje, casi todo el mundo opta por ceder a él, aunque sólo sea para ganar tiempo con el que tratar de encontrar una solución. Si ETA está sometiendo a chantaje al gobierno Zapatero, la tendencia natural será tratar de ganar tiempo. Creo que el tema es interesante y preocupante, así que dedicaré un próximo mensaje del blog a elaborar un poco más la teoría del chantaje como explicación de muchas de las cosas que han venido sucediendo.

Sobre los pantalones al revés que llevaba uno de los terroristas muertos en Leganés, ignoro de qué tipo de pantalones se trataba, pero desde luego era algo que llamó lo suficiente la atención de los miembros de la Policía Científica como para reflejarlo en el acta de inspección ocular. Cosa que difícilmente podría haberse producido en caso de que fueran pantalones que resulte indiferente ponerse del derecho o del revés. De todos modos, no tengo empacho en reconocer que este detalle no me parece (tomado aisladamente) suficientemente significativo; el problema con Leganés (como con muchos otros episodios del 11-M) es que la acumulación de detalles individualmente no significativos es tal, que uno no tiene más remedio que concluir que todo huele que apesta.