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Caridad solo para españoles

Ayer leí en Internet una noticia que me hizo dar un respingo: Hogar Social Patriota, una ONG vinculada a un partido de extrema derecha, repartió el viernes en un barrio de Valencia una tonelada de alimentos solo para españoles. Es decir, para poder recibir los alimentos tenías que mostrar el DNI y la tarjeta del paro, con el fin de demostrar que estás en situación de precariedad y que no eres inmigrante. Como verán ustedes, se trata de la misma técnica de captación de voto ya utilizada con éxito por el partido Amanecer Dorado en Grecia. Luego, investigando un poco, pude comprobar que esa ONG y ese partido llevan al menos un par de años gestionando esas ayudas "sólo para españoles".

Lo primero que me vino a la mente fue escribir un editorial para descalificar de la forma más rotunda esa iniciativa, por dos motivos: en primer lugar, porque dividir en españoles e inmigrantes a quienes no son sino seres humanos que sufren, me parece en sí mismo inmoral; y en segundo lugar, por el populismo que conlleva ayudar a los demás en la esperanza de obtener un rédito político.

Sin embargo, me di cuenta de que si me limitaba a descalificar sin más esa iniciativa, estaría haciendo un análisis muy superficial del asunto, porque la verdad es que la cosa tiene muchas más aristas de lo que parece a simple vista.

En primer lugar, por muy mal que a mí me parezca la iniciativa, lo cierto es que esa ONG y ese partido tienen derecho a hacer las cosas así. Cada uno ayuda, por supuesto, a quien quiere. Si una ONG privada, por ejemplo, se dedica a ayudar únicamente a mujeres sin recursos, no seré yo quien diga la tontería de que eso representa una discriminación hacia los hombres.

En segundo lugar, lo cierto es que existen ONGs específicamente centradas en ayudar a los inmigrantes, y nunca se me habría ocurrido tildar eso de discriminatorio hacia los españoles. Y no se me habría ocurrido porque parto de la base de que los inmigrantes constituyen, como colectivo, un grupo con mayores necesidades y mayor riesgo de pobreza que el español medio, por lo que me parece bien que se ayude a los inmigrantes de manera específica. Pero claro, si eso es así, ¿por qué razón debería parecerme mal que se ayude de manera específica a colectivos de españoles en riesgo de exclusión social? Quien peor lo está pasando necesita ayuda, sea español o inmigrante, y cualquier iniciativa privada que ayude a alguien que lo está pasando mal, sea quien sea, debería ser bienvenida.

El argumento de la discriminación no sería, por tanto, muy correcto.

Así que vuelvo a analizar el tema y me pregunto: ¿qué es lo que me parece mal? ¿Por qué me incomoda tanto ese reparto de comida solo a parados españoles? Y vuelvo a centrarme en el tema del populismo que subyace a esa iniciativa. La diferencia que hay entre Cáritas, por ejemplo, y esa ONG solo para españoles, es que Cáritas ayuda a todos por amor al que sufre, mientras que esa ONG valenciana busca otra cosa: busca un determinado rédito político. No actúa, por tanto, por amor al que lo está pasando mal.

Pero claro, este argumento tiene otro problema y es que estoy entrando en juicios de intenciones, lo cual no suele ser un criterio de análisis muy adecuado, ni muy justo. No estoy en la mente de nadie, y no tengo forma por tanto de saber si ese alguien piensa honestamente que está haciendo un bien o si, por el contrario, lo único que pretende es sacar un rédito ideológico. De hecho, cuando he ensalzado la labor de Cáritas en las redes sociales, más de una vez me he topado con algún energúmeno que me ha contestado que Cáritas utiliza la pobreza de los demás para hacer proselitismo católico. Es decir, exactamente el mismo juicio de intenciones que yo estaba haciendo con esa ONG solo para españoles.

Por tanto, el argumento del populismo tampoco me sirve.

Entonces, ¿por qué me siento tan repelido por esa iniciativa consistente en repartir comida solo a españoles?

Y, después de darle muchas vueltas, me doy cuenta de qué es lo que me molesta en todo el asunto: lo que de verdad me molesta son los efectos de ese tipo de iniciativas porque son profundamente injustos. Al final, esas iniciativas tienen el resultado (sea buscado o no lo sea) de introducir división entre las personas: hacer que la gente se sienta artificialmente distinta de algunos de sus vecinos. Y ese resultado suele ser enormemente efectivo, como la experiencia de Amanecer Dorado en Grecia demuestra.

Cuando la gente lo pasa mal, vuelve la mirada hacia cualquiera que le ayude. Y si eso va acompañado de la exclusión de tus vecinos, mala suerte. De hecho, el tener alguien a quien echarle la culpa (por ejemplo, a los inmigrantes) ayuda a muchas personas a racionalizar sus desgracias.

Y me molesta profundamente la enorme injusticia que encierra esa actitud. Porque los culpables de nuestras desgracias, los culpables de la pobreza, y de la exclusión social, y del paro, no son esos inmigrantes que viven a nuestro lado, sino algunos españoles que viven encima de nosotros y a nuestra costa.

Son españoles - los españoles que mandan - quienes nos han robado, quienes nos han llevado a la ruina, quienes han hecho que tantas personas se vean forzadas ahora a vivir de la caridad.

Y me parece que redirigir la ira y el resentimiento de los españoles hacia los inmigrantes, que sufren la crisis igual que nosotros, no solo es injusto para con esos inmigrantes, sino que además contribuye a que los verdaderos culpables de esa crisis - es decir, esos españoles que forman la Casta gobernante - queden impunes.

Supongo que si yo fuera de la Casta gobernante, y me hubiera forrado a costa de arruinar a todos los españoles, estaría encantado de que los españoles se dedicaran a culpar de sus males a los inmigrantes, en vez de culparme a mí. Me partiría de la risa a costa de todos: de inmigrantes y de españoles.

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