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¿Acaso no rematan a los caballos?

"Danzad, danzad, malditos" es una película de Sidney Pollack estrenada en 1969 y ambientada durante la Gran Depresión de los Estados Unidos. En aquella época, eran habituales los maratones de baile, en los que ganaba la pareja capaz de resistir en la pista durante más tiempo. Jane Fonda y Michael Sarrazin interpretan en la película a una de esas parejas de desesperados que intentan ganar un premio que les saque de la miseria.

El título en español no tiene nada que ver con el original. El nombre en inglés de la película es "¿Acaso no rematan a los caballos?", título que coincide con el de la novela en la que está basado el guión. No les explicaré por qué, para no arruinarles la película si no la han visto, pero ese título en inglés está perfectamente elegido y hace referencia a cómo en las películas del Oeste se remataba a los caballos cuando se rompían una pata.

Esta semana, la actualidad política ha vuelto a estar marcada por los movimientos en el seno de un Partido Socialista que se descompone a ojos vista.

¿Qué futuro le espera al PSOE? Afortunadamente para España, ninguno. El Partido Socialista se encuentra en estado terminal y eso constituye, se mire como se mire, una excelente noticia. Jamás podría el PSOE pagar todo el daño que le ha hecho a España y a los españoles, al abdicar de su condición de partido nacional y hacerse cómplice objetivo de los dinamiteros de la Constitución.

Observen que no son los pésimos resultados electorales los que han matado al PSOE, sino al revés: la catástrofe electoral es consecuencia, no causa, del estado terminal en el que Zapatero dejó sumido al partido.

Lo que ahora vemos no son sino los últimos estertores de un enfermo desahuciado. Aquellos que podrían tener un poco más de peso dentro del partido, se han descartado para dirigirlo, y tiene sentido que así sea, porque nadie quiere oficiar de enterrador de la formación. Los dirigentes territoriales también renuncian a sus cargos en el País Vasco y en Cataluña. En Castilla-León, el partido está partido literalmente en dos.

En la carrera hacia la secretaría general no faltan los candidatos, pero ya no hay nadie que cuente con el prestigio suficiente, tanto dentro como fuera del partido, como para resucitar al muerto. Los que se han postulado, o bien son espontáneos ingenuos, que creen que la mera voluntad basta para detener el curso de los acontecimientos, o bien son iluminados que piensan que la cura para una sobredosis de sectarismo es otra inyección de sectarismo adicional.

En el PSC, la franquicia catalana del PSOE, se repite el modelo de la matriz: los que cuentan con algo de peso no quieren cargar con los gastos del entierro, y todos miran hacia los lados para ver a qué tontaina convencen de que se presente como sustituto de Pere Navarro.

Como ya digo, nada de esto es una mala noticia, sino todo lo contrario: el PSOE no solo merece desaparecer, sino que su desaparición nos ayudará a reconstruir la Nación. Hay gente que afirma que el PSOE es necesario para la estabilidad del sistema, pero eso no es así: lo que hace falta es que exista un partido de centro-izquierda sensato y responsable, pero ese partido ya existe y se llama UPyD. La estabilidad del sistema no necesita que el PSOE reviva, sino que UPyD lo sustituya con la máxima celeridad posible.

Por tanto, todo lo que está ocurriendo en el PSOE normalmente no me importaría en absoluto. Y no dedicaría un minuto a pensar en ello, ni a comentarlo, si no fuera por dos cosas: en primer lugar, porque cuanto antes desaparezca el PSOE, antes desaparecerán las distracciones, y antes nos podremos concentrar en las cosas que verdaderamente importan. Y en segundo lugar, por un motivo de mera compasión: el espectáculo no resulta agradable, ni siquiera aunque el PSOE se haya ganado a pulso este final. Ver los estertores de un partido en el que mucha gente depositó de buena fe tantas esperanzas, es desolador.

Ya que tiene que desaparecer, sería mejor para todos que lo hiciera de la forma más limpia posible, ahorrándonos tragos como el de ver al candidato Madina repitiendo frases huecas que huelen tan rancias como el que las pronuncia. Si todavía queda alguien con un poco de compasión en el Partido Socialista, quizá debería plantearse si no ha llegado el momento de darle el tiro de gracia a la formación y terminar así con este siniestro maratón de danza.

Porque, ¿acaso no rematan también a los caballos?

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