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Repúblicas bananeras, Reinos plataneros

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Pese a sonoras y lamentables excepciones, buena parte de Latinoamérica está atravesando un momento de progreso socioeconómico sin precedentes. Alcanzar esta situación no fue nada fácil: en las últimas décadas, la región fue el escenario principal de casi cuarenta crisis económicas de profunda gravedad.

Aquellas experiencias traumáticas produjeron, en el corto plazo, lamentables episodios de fragilidad democrática, marcados por el auge electoral del populismo y el empobrecimiento generalizado de la población. Con el paso de los años, aquellos duros vaivenes económicos sirvieron de aprendizaje para aquellos países que supieron abandonar las ideas del socialismo y el tercermundismo. Nació así la oportunidad de desarrollar economías más libres e instituciones más fiables, sentando de este modo las bases de un lento pero seguro avance hacia el ansiado progreso.

No todas las élites políticas de la región supieron o quisieron extraer dichas lecciones. Gobernantes como Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa prefirieron profundizar la senda de Venezuela, Bolivia o Ecuador por la vía del “socialismo del siglo XXI”, ese camino de servidumbre que tanto mal ha hecho a la región. El cierre de los mercados y el dirigismo estatal han condenado a dichos países a un grado de desarrollo social y económico mucho más lento que el del resto de países de la región, especialmente Chile, Perú, Uruguay, Costa Rica, Panamá, México o Colombia.

Como estos modelos no generan prosperidad, la corrupción, la arbitrariedad y el abuso de poder están a la orden del día. Quizá por eso, mientras un buen número de economías latinoamericanas asombran al mundo por su creciente dinamismo, otras se quedan en la categoría de “repúblicas bananeras”, entendiendo así a aquellos regímenes en los que las instituciones de la libertad se ven socavadas ante los caprichos más intervencionistas del poder político.

Un paradigma tan indeseable no se sostendría jamás sin un fuerte componente de demagogia y propaganda. Es por eso que caudillos como los que hemos mencionado siempre encuentran “chivos expiatorios” a los que culpar de todos los males causados por sus propios gobiernos. La lista es larga, aunque normalmente estará encabezada por referencias genéricas al capitalismo (también “neoliberalismo”) y a Estados Unidos. Ambas categorías van de la mano de opositores políticos y empresas locales en un relato que presenta a todos estos actores como grandes enemigos de la patria.

Pocas instituciones han concentrado tantas críticas por parte de estos líderes como el Fondo Monetario Internacional. No es el FMI una burocracia especialmente querida por los liberales, y sin embargo, en un razonamiento incoherente pero efectivo, los palmeros intelectuales del “socialismo del siglo XXI” han conseguido presentar a esta institución pública como la quinta esencia del “capitalismo salvaje”.

Esta asimilación no se sostiene. Cierto es que el FMI ha recomendado medidas liberales… a veces. Sin embargo, también es cierto que el Fondo promueve de forma recurrente la aprobación de todo tipo de subidas de impuestos o aumentos del gasto público. Por lo tanto, endosarle al FMI la etiqueta de “neoliberal” demuestra un rigor nulo.

Dicho esto, conviene subrayar algo. Cada vez que el FMI activa un programa de asistencia financiera, lo hace movido por los desajustes económicos del país en cuestión. Las recetas podrán ser buenas o malas, pero siempre serán una posible solución a un desaguisado causado por dirigentes domésticos. Sin embargo, es habitual que éstos se beneficien de los préstamos del FMI, financiados por los contribuyentes de medio mundo a un interés inferior al del mercado, para a continuación negarse a aplicar gran parte de las medidas exigidas a cambio.

Invocarán entonces la soberanía nacional, y encontrarán en el Fondo Monetario Internacional al ansiado “chivo expiatorio” que servirá de explicación para todos sus males. De este modo se fortalecen las corrientes populistas latinoamericanas para salvar la cara ante sus votantes y mantener las políticas del empobrecimiento. Son estas batallas ideológicas las que deben caer derrotadas de una vez por todas para, por fin, conseguir que se acabe la brecha regional y toda la comunidad hispanoamericana pueda avanzar hacia los modelos que han demostrado su validez.

¿Está España llegando a ese punto de no retorno en el que la culpa siempre la tienen otros? ¿Hemos aprendido algo de lo ocurrido en Latinoamérica a lo largo de las últimas décadas? Uno quisiera pensar que sí, pero la mezcla de nihilismo, anticapitalismo y demagogia que inunda buena parte de nuestro debate político hace imposible responder esta pregunta afirmativamente.

Ahora que España necesita sensatez y claridad para afrontar una ambiciosa agenda de reformas encaminadas a liberalizar una economía atrofiada y anquilosada, parece que nos estamos volviendo expertos en replicar las peores prácticas de las “repúblicas bananeras”. No permitamos, por lo tanto, que nuestro país se convierta en un “Reino Platanero”. Hagamos nuestros deberes, rectifiquemos nuestros errores y abracemos, de una vez por todas, la modernización definitiva de un país en el que el sector público sigue sobredimensionado, la presión fiscal acumula demasiadas subidas, las instituciones no son todo lo fiables que deberían ser y el sector privado sigue estando regulado e intervenido de forma excesiva. Solamente siguiendo este camino conseguiremos esquivar el círculo empobrecedor con el que estamos coqueteando desde hace años.

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comentarios
1 Marqués, día

España como país se esta deslizando por un sendero que conduce a la “bananización”. Cierto, y ello debido en primer lugar a una merecida perdida total de confianza de los Españoles en sus instituciones. El estado, los partidos políticos, los sindicatos, el sistema financiero público y privado, el sistema educativo, el sistema territorial, la jefatura del estado, el sistema judicial, los órganos de control, todo el sistema en general es objeto de un descrédito absoluto. Se esta produciendo un divorcio acelerado entre las instituciones y la sociedad al que deberían representar. Divorcio expuesto en toda su crudeza por una crisis que esta dejando al pueblo sin recursos. La sociedad española, viendo que dicho divorcio podría poner en peligro su propia supervivencia, utilizó los recursos que la democracia pone a su alcance y mediante sus votos, otorgó un amplísimo y respaldadísimo poder a un nuevo equipo de gobernantes a los que se les encomendó la tarea de enderezar la situación de forma drástica. Si esto falla, si la sociedad pierde la confianza en este gobierno, y la esta perdiendo, el siguiente movimiento ira por vías más revolucionarias y/o caudillistas. Si la democracia no responde a las expectativas en ella depositadas, y por desgracia no lo esta haciendo, la sociedad, en su desesperación, en su miseria, en su descomposicion, solicitará otras vías de acción. Mismo proceso que inició Hispanoamérica a finales de los 50 y que les ha costado 60 años de pesadillas. Nadie ha escrito todavía “Las venas abiertas de Europa occidental” como nuevo manual de orientación política populista para Europa, pero todo llegará. Como dice D. Asís Timermans , en una acertadísima descripción del momento que vivimos: “La Administración no puede pretender sobrevivir a costa de unos ciudadanos que se hunden” “No es ya la curva de Laffer, sino la desobediencia cívica” “Ahora o nunca. Si pierden toda esperanza, apoyarán entonces cualquier rebelión contra el martillo de plata de Rajoy.” Saludos. http://www.libremercado.com/2012-07-11/asis-timermans-el-martillo-de-plata-de-rajoy-65020/

2 ADRIAN, día

Es cierto que estamos echando la culpa al empedrado constantemente. Ahora mismo la mala de la película es Merkel y es ella la que nos está ahogando... Y eso cala en toda la sociedad. No hay un debate ideológico o se entierra a paladas por el pensamiento único. Seguimos con posiciones arcaicas del tipo derecha/izquierda y potenciando un absurdo guerracivilismo paleto y bananero. Será difícil salir de esta. Y como al poder no le interesan las soluciones liberales o no las conoce, la mayoría no entenderá nada, como hasta ahora. Así pues, unos seguirán esperando atónitos y los otros quemarán calles en su lucha contra la "derecha", los "recortes", el capitalismo y Merkel. Un saludo

3 Diego Sánchez de la Cruz, día

Qué felicidad me da verle citando a D. Asís Timermans, todo un maestro. Creo que es importante frenar esa "bananización", o si me permite, "platanización" del debate público en España. Hace muy bien en proponer esas "venas abiertas" de Europa occidental. Me tomo en serio la sugerencia, de verdad. Un cordial saludo.

4 Diego Sánchez de la Cruz, día

Gracias por su comentario. Es evidente que nos gusta echarle la culpa a los demás, y en momentos como los que estamos viviendo, cada vez es más preocupante la conjunción del "populismo del bienestar" con el discurso irresponsable y bananero de quienes aún siguen pensando que lo que España necesita es menos mercados, menos capitalismo y menos libertad. Un saludo.

5 Marqués, día

Homenaje a Stanley Kubrick y al título original de una de sus películas más conocidas. (¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú) “Dr. Rajoy o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar el déficit.” PD: no tiene que ver directamente con el tema, pero se me acaba de ocurrir y me hizo gracia.

6 Igor Kokorev, día

En primer lugar, aunque este sea mi primer comentario, permítame decir que sigo con asiduidad e interés este blog. No puedo estar más de acuerdo con Vd. respecto de las bondades del liberalismo y de las perversidades del populismo y de la demagogia. No obstante, su artículo - y particularmente la frase "No permitamos, por lo tanto, que nuestro país se convierta en un “Reino Platanero”" - me ha provocado cierta inquietud, quizás no del todo justificada. Me ha recordado a Rajoy y su "España no es Uganda". Creo que el complejo de inferioridad que padece España como consecuencia de ser consciente de que no es un país del todo "civilizado" (en cuanto al desarrollo institucional se refiere), a menudo lleva a estas definiciones de España o de lo que debe o no debe ser en lo negativo. Es como si tratásemos de posicionarnos más cerca del mundo "civilizado" por medio del alejamiento del mundo "no civilizado". Esta actitud es muy perniciosa por dos razones: 1) Nos delata frente a los "civilizados"; ellos no hacen este tipo de cosas - forma parte de ser "civilizado"; y 2) Ofendemos sin ninguna necesidad a los "no civilizados", que tienen todo el derecho a señalar nuestras propias deficiencias y en muchos casos que sus deficiencias son, al menos parcialmente, fruto de las nuestras, pasadas y presentes, pues fuimos su metrópolis. Sé que no era éste el sentido de su artículo, sino el de advertir de la peligrosa relación entre la búsqueda de enemigos externos, el alzamiento de los populismos y el consiguiente empobrecimiento generalizado. No obstante, muchos de los problemas que padece España son el resultado o podrían haberse mitigado de no ser por décadas de negligencia de los mercados en vías de desarrollo en los que partíamos con ventaja y que hemos despreciado a cambio de un falso sentimiento de superioridad. Me encantaría que algún día escribiese un artículo exponiendo su opinión respecto de cómo deberían ser las relaciones o la actitud con o hacia los países cuyos regímenes políticos resultan incómodos o incluso detestables desde el punto de vista liberal. Un saludo.

7 Diego Sánchez de la Cruz, día

Muchas gracias por seguir mi trabajo, se lo agradezco. Entiendo perfectamente que, aislando dicha frase del resto del artículo, pueda resultar razonablemente pesimista acerca de la deriva de nuestro país. Como Vd. señala, hemos despreciado las señales que nos llegaban de los mercados en vías de desarrollo y hoy enfrentamos la necesidad de mirar hacia ellos con un interés genuino por aprender las lecciones que tan bien nos pueden sentar ante una crisis importante como la que vivimos en la actualidad. Tomo nota de su sugerencia. El estudio de las RRII siempre es complejo, y difícilmente cabe adoptar una receta universal con la que responder a la excelente pregunta que me plantea. Lo sucedido en Argentina con Repsol-YPF es un ejemplo del difícil dilema al que se enfrentan los Estados de Derecho cuando en su camino se interponen los modelos del populismo y el estatismo. Un cordial saludo, de nuevo gracias por su análisis.

8 Recopilación de mis últimos artículos publicados en Libertad Digital | Diego Sánchez de la Cruz, día

“Repúblicas bananeras, Reinos plataneros“