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"El proteccionismo empobrece, decepciona y dinamita la confianza"

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A continuación reproduzco la segunda parte de mi entrevista con Guillermo Hirschfeld, coordinador de programas de la Fundación FAES para América Latina. En la primera parte de nuestra conversación, que pueden consultar haciendo click aquí, la charla giró en torno a temas como el “socialismo del siglo XXI”, el indigenismo… Esta segunda entrega analiza aspectos más vinculados con las Relaciones Internacionales entre los países de la región, tocando también la actualidad cubana y colombiana. No olviden que pueden descargar el libro “América Latina: Una Agenda de Libertad” haciendo click aquí.

En “El choque de las civilizaciones”, Samuel Huntington argumentaba que América Latina no forma parte de Occidente. Por su parte, Philippe Nemo habló de Latinoamérica como una región “cercana” a Occidente, sin llegar a estar plenamente integrada en dicha comunidad. Desde FAES se va un paso más allá, entendiendo América Latina como una parte inseparable de Occidente.

Sin duda. Si Occidente se define por la tradición grecolatina, la herencia judeocristiana, el humanismo, la defensa de las libertades y los derechos fundamentales, la democracia representativa, la separación y división de poderes, la igualdad ante la ley, el pluralismo, el respeto por el otro… entonces América Latina no puede entenderse fuera de Occidente, ya que todos esos ingredientes y pilares forman parte del entramado político y el tejido social de la región. Por esta razón, entendemos que América Latina es una parte esencial de Occidente, un concepto que no limitamos a ninguna parte geográfica del planeta. Hablamos, por lo tanto, de un sistema de valores que no es patrimonio exclusivo de ninguna región.

Es importante insistir en el vínculo atlántico que une a Europa con América, porque alianzas así permiten consolidar los valores y el progreso occidental. No podemos entender que todo avance está asegurado. Ya en el siglo XIX, el pensador liberal Domingo Faustino Sarmiento habló de la encrucijada, del dilema entre civilización y barbarie que Occidente ha tenido que enfrentan a lo largo de su Historia. Por eso entendemos que Occidente no es una victoria conquistada. La libertad no está garantizada, hay que defenderla.

En materia de política exterior, España parece tener tres grandes socios naturales: Europa, EEUU y América Latina. Sin embargo, la influencia de nuestro país a nivel global atraviesa un momento complicado. ¿Es una alianza fuerte con América Latina parte de la solución a este problema?

Por supuesto. Apostar por la Comunidad Iberoamericana es clave para hacer una política exterior de éxito. España no se puede entender sin América Latina, y América Latina no se puede entender sin España. Los vínculos son históricos, culturales, lingüísticos… pero hoy en día también cobran especial relevancia aspectos como los intereses económicos y comerciales.

Desde el punto de vista económico, España puede ser la puerta de entrada para las empresas que desean hacer negocios en Europa. Esa oportunidad ya la están desarrollando inteligentemente Chile y Colombia, además de otros países centroamericanos. El desarrollo económico de América Latina está traduciéndose en la internacionalización de empresas que cada vez están presentes en más países.

Atraer a las “multilatinas” es una gran oportunidad para que España se consolide como el agente catalizador de estas inversiones hacia Europa. Igualmente, la crisis económica que sufre España está animando una segunda ola de internacionalización que se traduce en el desembarco de más empresas españolas en América Latina. Tras padecer casi cuarenta crisis económicas entre 1980 y 2003, la región ha extraído valiosas lecciones y se ha convertido en un destino muy atractivo para las empresas españolas.

La Comunidad Iberoamericana es una gran familia con valores en común. Ahora, los intereses económicos y comerciales refuerzan esos vínculos y hacen más importante aún esa relación estratégica.

Sin embargo, las prioridades de la anterior Presidencia española parecían ser otras. Lo vimos, por ejemplo, cuando el gobierno de Zapatero se empeñó en modificar la Posición Común de la Unión Europea con la dictadura cubana.

Que todo vaya a mejor en la mayoría de países de América Latina no anula la sonora y dramática excepción que es Cuba. Afortunadamente, el empeño del gobierno socialista por cambiar la Posición Común no salió adelante.

La lucha por la libertad acabará tumbando la tiranía, y esa lucha dependerá exclusivamente de los cubanos. A nosotros nos toca, eso sí, denunciar los atropellos y vulneraciones que se viven en la isla. Como ha dicho José María Aznar, lo que queremos para Cuba es lo mismo que queremos para nosotros: pluralismo, democracia, libertades, derechos humanos… Lamentablemente, ya van más de cincuenta años de un régimen intolerable para la región.

Si Cuba se ha convertido en un ejemplo de pobreza, miseria y atraso, Colombia parece simbolizar la nueva era latinoamericana.

Gobernar Colombia no es tarea fácil, pero los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos han sabido superar la gran amenaza que aún hoy supone el narcoterrorismo de las FARC. El resultado ha sido una política de seguridad democrática que ha permitido un auge económico continuado.

Santos está demostrando una gran habilidad diplomática para conseguir que la “marca Colombia” gane enteros en todo el mundo. Su pragmatismo ha asegurado el legado de Álvaro Uribe y ha permitido seguir llevando a Colombia en la buena dirección. Este ejemplo de continuidad dentro de la alternancia demuestra que América Latina está rompiendo con el adanismo de antes: ya no vemos muchos gobiernos que llegan al poder para romper con todo lo anterior, sino que se impone una línea más responsable y madura.

Precisamente Colombia fue el país anfitrión de la última Cumbre de las Américas. También ha impulsado la Alianza del Pacífico, un nuevo bloque comercial creado de la mano de Chile, Panamá, México y Perú. ¿Qué opinión le merece esta proliferación de organismos y foros regionales?

En América Latina vemos muchos encuentros multilaterales que solamente sirven para firmar declaraciones grandilocuentes. Esa retórica estéril, que no lleva a medidas concretas, tiene que ser superada a menudo por otro tipo de foros que sí están dispuestos a sacar adelante medidas concretas. Nuestra Agenda de Libertad propone, por ejemplo, que América Latina habilite la movilidad de estudiantes universitarios de un modo similar a lo que hace el programa Erasmus en Europa. Países que comparten tanto deberían ser capaces de desarrollar estas iniciativas de integración. Nuestro libro también habla de cielos abiertos, visados comunes, integración energética…

Las instituciones regionales que deberían articular estos cambios se caracterizan por su ineficacia a la hora de pasar de las palabras a los hechos. Por eso aparecen pactos como la Alianza del Pacífico, que es una respuesta concreta al compromiso que tienen algunos países con la liberalización comercial. No es ideal que se multipliquen los organismos regionales, pero peor aún es que algunos países como Argentina estén girando hacia el proteccionismo. Crear murallas comerciales no solamente empobrece al país que sigue este rumbo, sino que también aumenta la inseguridad jurídica, dinamita la confianza de los inversores en el país… Así se llega a la decepción, al asombro y, en último término, al fracaso político, económico y social.

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comentarios
1 Anonimus, día

un tema muy interesante. Gran artículo.

2 Diego Sánchez de la Cruz, día

Gracias por su comentario y su interés. Un cordial saludo.

3 Lérida., día

Yo siempre he defendido postulados parecidos, pero ahora creo que lo que deberían hacer nuestras empresas es invertir menos en paises iberoamericanos y apostar por otros paises donde se hablen otros idiomas pero los Estados de derecho estén más asentados. Todos argumentos paternalistas de que nos une una cultura y bla bla bla, luego resulta que lo que hay en mucho de esos paises es resentimiento hacia nuestro pasado colonial. En el caso de Argentina está claro que Inglaterra ocupa unos intereses más cercanos a nosotros que aquellos que nos insultan llamándonos españoles. Menos paternalismo y añoranza del imperio y más dominio de idiomas. Las siguientes inversiones deben canalizarse hacia otras áreas geográficas. Ejemplo: China, repúblicas ex-soviéticas, norte de África. La clave es diversificar el riesgo; ya hay demasiado riesgo en aquellos paises.

4 Diego Sánchez de la Cruz, día

Tengamos en cuenta que sin dejar América Latina podemos encontrar muchos países que acogen la inversión con entusiasmo, compromiso y seriedad. Países como Panamá, Costa Rica, México, Colombia, República Dominacana, Perú, Uruguay y Chile ofrecen oportunidades muy atractivas en este campo. Los excesos de los gobiernos de Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador son una ruidosa excepción. Un cordial saludo.

5 Lérida., día

Una ruidosa excepción que incluye casi a tantos paises como excluye. Hay que invertir en Europa del Este y China. Nuestro problema es el de siempre: no sabemos idiomas, pero para eso están los traductores. El que pone todos los huevos en la misma cesta la jode. El populismo puede crecer como la pólvora.

6 Lérida., día

Hay muchas regiones y paises que se han enriquecido con el proteccionismo, como Cataluña en España en su inicio de industrialización. Una región sin industria no puede competir de la nada con otras ya industrializadas.

7 Diego Sánchez de la Cruz, día

La famosa protección elimina las señales clave para que cualquier industria sea competitiva. Y sin precios, sin indicaciones de mercado, sin los mecanismos espontáneos de la competencia, esa industria jamás será capaz de salir adelante sin el dinero de los contribuyentes, que se verán obligados a pagar más por peores bienes, productos o servicios.

8 Lerida, día

Bien es cierto que un proteccionismo lo unico que termina es haciendo las empresas no competitivas al exterior, a dia de hoy hay que apostar mas que nunca por la internacionalizacion