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Dirigismo económico, un caramelo envenenado

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El caramelo del dirigismo y la planificación económica siempre ha resultado muy apetecible. Al político le permite aumentar su nivel de autoridad. Al economista le otorga una mayor preeminencia pública. Al ciudadano le resulta más cómodo esperar que la prosperidad sea “ordenada” por un grupo virtuoso al que se le confían habilidades casi místicas.

Esta visión tan idealista de la economía parte, por lo tanto, de la posibilidad de alcanzar la perfección. La realidad se sacrifica en aras de una concepción romántica e irreal, en la que se aspira a conseguir un mercado perfecto gracias a una suerte de “mano visible” de impecable juicio y magistral ejecución. Ante una propuesta así, el proceso que propone el liberalismo económico resulta poco atractivo. Al fin y al cabo, apela a un continuo proceso de reconversión y ajuste que se antoja mucho más tedioso que ese nirvana al que promete llevarnos la senda intervencionista.

Precisamente porque preferimos la seguridad y el idealismo que la incertidumbre y el realismo, acabamos cometiendo la fatal arrogancia de asumir que las acciones humanas pueden ser adivinadas y perfeccionadas por una cúpula de iluminados. En este contexto, la politización de las relaciones económicas puede llevarnos a escenarios tremendamente absurdos.

Pensemos, por ejemplo, en lo que le ocurrió a Milton Friedman durante una visita de trabajo por Asia. Friedman observó extrañado que las construcciones públicas se hacían empleando palas y no maquinaria pesada. Ante su pregunta, el dirigente político que le acompañaba no dudó en explicarle que esto se hacía así “para crear más empleo”… ante lo que el economista estadounidense no dudó en sugerirle que, si lo que buscaban era crear ocupación en vez de crear riqueza, bien podía sustituir las palas de trabajo por cucharas. Esta simpática anécdota no está tan lejos de nuestra realidad cotidiana. Pensemos, por ejemplo, en el salario mínimo: subirlo de forma reiterada genera desempleo, pero garantiza un colchón de popularidad electoral muy apetecible de cara a unas elecciones.

Cambiar de rumbo, renunciar al dirigismo estatal y minimizar el sesgo político en la economía del país tampoco nos permitirá alcanzar una situación idónea. Al fin y al cabo, una economía más libre no es, ni mucho menos, perfecta, sino que está ligada a un continuo proceso de ajuste, reconversión y creación que puede resultar extremadamente complejo. Sin embargo, estos inconvenientes son menores en comparación con el modelo de la planificación, que si bien conquista a la opinión pública, acaba sufriendo las consecuencias de una incapacidad inherente para poner la producción al servicio de las necesidades sociales.

Esta deriva acaba creando un círculo vicioso de empobrecimiento y frustración social que, paradójicamente, creará el caldo de cultivo propicio para que aumente más aún el poder del Estado sobre la economía, ahora con la justificación de que para salir de los problemas será necesaria una intervención más intensa. Un círculo vicioso que, a largo plazo, termina por secar el dinamismo económico de cualquier país.

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comentarios
1 leptium, día

Muy claro... la fatal arrogancia nos avoca a creer en planificaciones super humanas...

2 Primum vivere, deinde philosophare, día

Un problema es que muchos liberales lo son para los demás pero exigiendo apoyo público para su empresa o sector. ¿Se acuerdan del anterior dirigente de la patronal? Y por supuesto el supuesto pueblo soberano que, en general, sigue en el panem et circenses 2000 años después. Versión siglo XXI: subsidios y "fubol". Sería interesante saber cuantas entradas hay hoy en los medios digitales al campeonato de futbol y a las elecciones griegas y francesas. Mientras no cambie el pueblo sus gobernantes serán un trasunto del rebaño que quiere que les engañen para no indigestarles el fin de semana y las vacaciones.... Y mientras los que son conscientes no aprovechen cada ocasión en el trabajo, con sus familiares o tomando el café en explicar las verdades del barquero, pero en su versión mas micro, en la que afecta a lo que aprecian, no saldremos de esta. ¿ Hay alguien que recuerde a todos sus conocidos, cada vez que sube la luz o que se anuncia que grandes empresas como Alcoa se plantean irse de España por el coste de la energía, que se lo debemos a la gracia de ser tan verdes y posmodernos y paralizar la energía nuclear? Por lo menos esto gobierno levantó el cierre de Garoña, algo es algo, pero podían hacer pedagogía con esta cuestión. ¿ O no????

3 Diego Sánchez de la Cruz, día

Gracias por su comentario.

4 Diego Sánchez de la Cruz, día

Gracias por sus comentarios y su interés.

5 Peritta, día

Seguimos sin estar completamente de acuerdo señor. Si vamos hacia las cartillas de racionamiento es de agradecer que haya alguien que ponga orden en la cola, aunque deje colar a algún que otro amigote claro. Yo también estoy en contra del intervencionismo señor, y odio que la administración se meta en la vida privada de la gente e incluso nos intente aleccionar con pedagogías como si fuéramos niños chicos o mascotas. Si el tío Rajoy no ha sido capaz de explicar que fueron capaces de sacar nosecuantísmas toneladas de fuell del barato a 4.000 metros de profundidad, quiero decir pagando a una empresa holandesa claro, es un problema de las explicaderas de don Mariano y no de las entendederas de la plebe caramba. Ya le dije que soy algo gañán y pienso que unas veces será que sí y otras será que no. La dualidad liberalismo-intervencionismo no hay quien la resuelva señor, de modo que estamos en un sistema que ni es liberalista ni intervencionista, sólo responde a intereses políticos. Como debería ser oiga, ya que hoy día quienes trabajan y crean riqueza son las máquinas, luego lo complicado es repartir esta riqueza. Lo que pasa es que nos ha caído encima una clase política encima que... jua, jua, jua. Y perdón a los que les de por llorar. Éche un óbolo señorito, que es pa un pobre yo. O déjelo en Cáritas caramba.

6 Marqués, día

Las relaciones económicas de una sociedad global como la actual, son muy similares a las relaciones que se establecen entre los individuos de un ecosistema. Un gran conjunto de individuos interrelacionados e interdependientes, procurándose cada uno de ellos aumentar sus probabilidades de supervivencia y bienestar. Las relaciones que se establecen en un ecosistema son tan variadas, responden a intereses tan diversos (en muchas ocasiones opuestos) y están tan sumamente equilibradas unas con otras, que cualquier intervención en el mismo (incluso con la buena voluntad de ayudar a mejorarlo) normalmente acaba produciendo nocivos desequilibrios. El hombre está aprendiendo, después de muchos errores en este campo, que lo mejor para que un ecosistema se mantenga o se recupere, es dejar que actúen las mismas leyes naturales que lo crearon, evitando la tentación de aplicar medidas “de su cosecha”, es decir de planificar su mantenimiento o recuperación. Es cierto que al igual que en las relaciones económicas, en los ecosistemas, nada es inmutable. Las especies deben adaptarse a un entorno exigente y cambiante en un proceso sin fin llamado evolución. En sistemas tan sumamente complejos, variados e interrelacionados hay que dejar que operen las leyes que los crearon, leyes naturales por un lado y leyes de libertad de mercado por otro. La modificación o vulneración de dichas leyes solo producirá un empobrecimiento biológico o económico. PD: La caridad, virtud que el ser humano posee en gran medida, no empobrece a la sociedad, el mantenimiento de estructuras económicas ineficientes, si.

7 Diego Sánchez de la Cruz, día

¡Gracias por su comentario! Seguro que hay muchas cosas en las que podemos estar de acuerdo, por supuesto. Un saludo.

8 Diego Sánchez de la Cruz, día

Precisamente hablando de sostenibilidad, ecosistemas y planificación, este fin de semana Libertad Digital ha recordado el desastre del Mar Aral, seco por obra y arte de la URSS. Mañana nuevo artículo echando un vistazo a la trayectoria de Grecia desde su independencia del Imperio Romano. Creo que le resultará interesante. Saludos.