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Capitalismo y cisnes negros: aprendiendo a amar la volatilidad

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Nassim Taleb, célebre por su libro “El cisne negro”, ha firmado recientemente un estupendo artículo de opinión en el Wall Street Journal, titulado “Aprendiendo a amar la volatilidad”. En dicha tribuna nos invita a aceptar la naturaleza cambiante e impredecible de nuestro mundo como primer paso para consolidar y afianzar una economía más sana.

El autor de origen libanés nos recuerda que los cisnes negros son esos acontecimientos que no hemos anticipado, pero tienen consecuencias significativas. Taleb parte de que no podemos planificarlo todo y que los sucesos improbables son capaces de echar al traste todos nuestros “modelos”. Por eso nos recuerda que a diario tomamos decisiones arriesgadas, quizá porque asumimos que todo es más cierto, seguro y predecible de lo que realmente es.

Este análisis aplica especialmente a quienes siguen pensando que es posible  “ordenar” la economía de acuerdo con un plan central. Quienes se atribuyen esa virtud olvidan que el mercado se desarrolla a través de acciones individuales que no es posible definir a priori. Por eso, solamente desde un punto de vista más humilde podemos comprender mejor el orden espontáneo que se da en el mercado.

En este sentido, los cisnes negros dejan de resultarnos total y absolutamente sorprendentes una vez abandonamos el pensamiento característico de los ingenieros sociales y comprendemos que el mercado es un proceso basado en la libertad y el cambio continuo. En palabras de Taleb, “para poder lidiar con el cisne negro, lo que necesitamos hacer es aceptar la volatilidad”.

Evidentemente, la certidumbre vende más que la incertidumbre. Queremos vivir seguros, sin enfrentar grandes cambios. Partimos de que el progreso conseguido desde los años de la Revolución Industrial es más que suficiente para garantizar el “fin de la historia”. De acuerdo con la mentalidad dominante, la economía ya no es cuestión de producción, sino de redistribución. Por eso nos sorprenden tanto los cisnes negros, porque pensamos que la prosperidad puede ser garantizada, que podemos hacer estático lo dinámico… y, por supuesto, nos equivocamos.

Taleb sugiere en su artículo diferentes reglas de acción política para aprender a aceptar la volatilidad innata del mercado y, de esta forma, dejar atrás las ideas del dirigismo económico que nos llevan a una falsa sensación de seguridad. La primera sería aceptar que nuestros sueños de estabilidad son solamente eso: sueños. Aunque actuemos con buenas intenciones, dirigir la economía acaba teniendo consecuencias inesperadas. “Esa es la mentalidad con la que Alan Greenspan actuaba cuando inyectaba dinero barato en la economía: quería suavizar las fluctuaciones económicas. Sin embargo, esto acabó llevándonos eventualmente a un monstruoso escenario de deuda y burbujas”, afirma.

En este sentido, el artículo publicado por el Wall Street Journal explica que, cuanto mayor sea el grado de intervención en la economía, más difícil será adaptarse a esos cisnes negros que, tarde o temprano, acabarán llegando. Taleb sugiere “limitar el Estado y sus intervenciones a las necesidades más puntuales y urgentes”, y critica que hoy entendamos que el sector público debe actuar como una gran “niñera”.

Otro consejo recogido en el artículo pide que el sistema económico fomente la innovación permitiendo que las empresas que funcionan desplacen a las que no hacen las cosas bien. En este sentido, pide que las crisis bancarias no se salden en “rescates”, y recomienda plantear este tipo de actuaciones pensando en “reducir la deuda acumulada y convertirla en capital”. Planteando estos asuntos, Taleb toca dos aspectos que debemos tener muy en cuenta si queremos entender los auténticos fundamentos de la economía de mercado:

- Por un lado está la necesidad de aceptar el proceso de destrucción creadora del que nos habló Schumpeter, y esto implica abrazar la competencia y dejar que sean los consumidores los que dicten, con sus decisiones, qué empresas merecen seguir funcionando.
- Por otro lado está  el funcionamiento del sistema financiero, cuya naturaleza actual complica enormemente el proceso de destrucción creadora. En este sentido, una forma de introducir más competencia en el sistema sería acabar con los “rescates” y, en su lugar, aplicar medidas como la conversión de acreedores en accionistas (bail-in).

También habla el artículo de fomentar la “descentralización de las decisiones y los proyectos al menor número de unidades posible”.  Nassim Taleb pone Suiza como ejemplo, y defiende que las instituciones públicas sean pequeñas y cercanas a los gobernados. En este sentido, cabe destacar que la propuesta de Taleb coincide con los proyectos de “ciudades libres” o “ciudades chárter” que tanto han dado que hablar en los últimos años.

Por último, el artículo publicado por el Wall Street Journal habla también de empezar a entender la innovación en términos prácticos y no académicos. Taleb entiende que “tenemos una consideración demasiado optimista de la influencia y la importancia del análisis académico en los procesos de desarrollo tecnológico”, y llama a acabar con el “modelo burocrático” que hoy domina este ámbito. Taleb afirma que “la innovación no se enseña”, y vuelve a defender que sea la volatilidad característica de los intentos exitosos y fallidos la que encabece los procesos de cambio.

Dejando atrás el fetichismo por la seguridad y asumiendo la naturaleza espontánea del mercado seremos un poco más capaces de actuar con más prudencia e inteligencia la próxima vez que nos encontremos ante un cisne negro. Si aprendemos a amar la volatilidad, entenderemos por fin la compleja disciplina de la destrucción creadora que tan buenos resultados ofrece cuando permitimos su funcionamiento a largo plazo.

De este modo estaremos preparados para sentar los cimientos de un capitalismo más sólido y menos distorsionado. Así, palabras como competencia o riesgo dejarán de intimidarnos. Y este es el primer paso para desatar el enorme potencial de desarrollo socioeconómico que nos sigue ofreciendo el capitalismo.

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comentarios
1 El señor de los anillos., día

Interesante, pero pura teoría. Lo más criticable me parece lo de las "ciudades libres". Me recuerda a ciertos escritos utópicos. Lo que se necesita es precisamente lo contrario, el poder ha de estar alejado de los ciudadanos. En España vemos como en los gobiernos locales y autonómicos es donde más casos de corrupción se dan. La libertad de mercado implica una autoridad central fuerte. Figura muy poética lo de los cisnes negros, pero para defender la flexibilidad no hace falta tantas zarandajas.

2 ulybka, día

Al "señor de los anillos": falso. En Suiza el sistema entero no es que esté "descentralizado", es que nunca ha estado centralizado. El poder reside en los ayuntamientos: TODOS los impuestos son municipales. Los entes supramunicipales (cantones) se nutren de lo cedido, por consenso, por los ayuntamientos, y la federación, de lo cedido por los cantones. Lo que hace que Suiza funcione tan bien es la COMPETENCIA entre municipios: si alguno "se pasa" con la carga fiscal, la gente "vota con los pies" y se marcha (o domicilia la empresa) en otro. Por eso la economía está dispersa por todo el país y no hay megápolis. El corrupto suizo, con el ejemplo de los municipios vecinos, lo tendrá mal en las elecciones. Es un sistema en que "tú votas tus impuestos", como allí dicen.

3 El señor de los anillos., día

Todos sabemos las razones por las que Suiza funciona tan "maravillosamente bien". Mucho tiene que ver su sistema bancario donde acuden fortunas de muy dudosa procedencia. Asi que no me venga con esa superdemocrática historia cantonal. Ahora va a resultar que los megaliberales van a defender que cada región tenga un sistema como el cupo vasco y legisle como le venga en gana. Claro, asi las regiones más ricas ganan y las más pobres pierden.

4 ulybka, día

"Peor" todavía: cada región no, cada municipio.

5 El señor de los anillos., día

Vamos, que quiere usted volver a los Fueros medievales. En ellos existían unos tributos muy curiosos, pagar por ejemplo por pasar un puente, había fronteras a los productos en el interior de los reinos penínsulares, había muchísima gente como los nobles, hijosdalgo y el clero que no pagaban impuestos en perjuicio de la población pechera. Ahora resulta que el superliberalismo quiere volver al Antiguo Regimen. Tampoco me sorprende tanto, dada la apasionada defensa que hacen de los paraisos fiscales. ¡Y yo que pensaba que el liberalismo era otra cosa!

6 JMP, día

No entiendo muy bien su comentario. El lector anterior hace referencia a un sistema que creo que no tiene nada que ver con fueros medievales. En Suiza no se paga por pasar de un cantón a otro si es a lo que se refiere. Cuanto más pequeña es la unidad de gestión, más fácil es de gestionar y más fácil de expulsar a los gestores que no cumplen con su trabajo. No es una regla absoluta, pero parece que hay una tendencia positiva cuanto menor es el país. En el caso suizo se le añade que la gran mayoría de los asuntos solo se gestionan localmente. Si comparamos esa situación con España donde un mismo asunto es tratado en muchos casos en cinco niveles distintos, con los impuestos generalmente siendo recaudados y repartidos desde arriba, creo que supone un gran avance.

7 El señor de los anillos., día

Y dale con Suiza, con un pais que se basa en el secreto bancario, y donde llegan y se esconden fortunas de origen dudoso. Si el poder se da en unidades muy pequeñas lo único que hay es más posibilidades de corrupción. Es mucho más segura una oposición que sale a nivel estatal que una que convoca un ayuntamiento, muchas de las cuales son un cachondeo. En cuanto a que los paises pequeños funcionan mejor, será porque están en realidad bajo la protección y el ejército de otros más grandes, porque si no no serían independientes.

8 JMP, día

Gracias por su respuesta, pero intuyo que va a ser una conversación poco amistosa por el tono de su contestación. Así que le deseo buenas noches y me voy a otras discusiones más agradables.

9 Montesquieu, día

Mi aplauso cerrado, es de lo mejor que he leído en algún tiempo.

10 LibLu, día

Excelente artículo!

11 El señor de los anillos., día

jmp, lamento si mi tono le ha parecido poco agradable, y le deseo que encuentre otros hilos más agradables que discutan por ejemplo de lo maravillosa que es la vida en las Islas Caimán, por lo menos hasta que las Haciendas de los paises avanzados tomen cartas, como ya está ocurriendo poco a poco, en las operaciones que originan esa dulce vida de los habitantes de los paraisos fiscales, pero sobre todo, de los que mandan allá sus denarios usando veinte sociedades ficticias.

12 ulybka, día

Los bancos suizos no son la causa. Son un efecto. Incluso hubo un intento de suprimir el secreto bancario (para la Hacienda suiza, claro) pero lo tumbaron en referendum. Lo que elimina la corrupción allí (pero no aquí) es la COMPETENCIA. Allí la hay incluso entre políticas, aquí sólo entre empresas.

13 El señor de los anillos., día

O sea, que a usted le parece bien el secreto bancario total, simplemente porque se acordó en referendum. A lo mejor he de recordarle el nombre de políticos nefastos que ganaron un referendum. No sabía yo que no había corrupción en Suiza, claro con guardar a buen recaudo el dinero que procede de ciertas prácticas corruptas internacionales ya tienen bastante.

14 Ocho interrogantes que pueden frenar la recuperación económica | Diego Sánchez de la Cruz, día

escenarios de incertidumbre y volatilidad, hay que aprender las lecciones de libros como “El cisne negro” o “Antifrágil“. En ambos casos, Nassim Taleb explica las claves para