Como gran parte de las organizaciones internacionales funcionan de forma opaca, es difícil examinar sus actuaciones de forma continuada. Además, el déficit democrático característico de estas instituciones explica que muchas personas centren sus preocupaciones en las administraciones más próximas. Esta dinámica ayuda a que gran parte de las burocracias internacionales tengan una imagen positiva ante la sociedad.

De todas estas instituciones globales, la Organización de las Naciones Unidas es sin duda la que goza de un mayor prestigio social. En el imaginario colectivo, la ONU es sinónimo de buenos sentimientos como la “paz” o el “progreso”. Sin embargo, un análisis frío de la evolución de esta organización nos permite conocer dimensiones menos positivas que demuestran que la ONU está muy lejos de ser una institución impecable.

Los siguientes párrafos son una invitación a la reflexión sobre la ética, el coste y el funcionamiento cotidiano de la Organización de las Naciones Unidas en el S. XXI. Esta primera entrega se completa con una segunda parte, centrada en los compromisos del gobierno de Rodríguez Zapatero con la ONU, y una tercera parte, dedicada a la ideología económica que promueve la organización internacional por excelencia.

La factura del multi-lateralismo

La ONU es mucho más que el Consejo de Seguridad, la Asamblea General, la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría General. En realidad, los órganos principales son apenas una pequeña parte de un entramado que abarca muchas más instituciones, entes y agencias paralelas. Así, no es de extrañar que la ONU maneje un presupuesto muy elevado, que en su última comunicación superaba los 5,000 millones de dólares.

Esta enorme cantidad fue aportada en un 22% por Estados Unidos y un 12% por Japón. Pese a que España es la duodécima economía mundial, y pese a la crisis de endeudamiento público que sufre la Hacienda pública, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha colocado a España como el noveno país que más dinero aporta a la ONU, casi a la par que China.

Es importante señalar, eso sí, que la factura total de la ONU es muy superior a los 5,000 millones de dólares anteriormente mencionados. Esto se debe a que existen numerosas agencias que no se financian directamente con los Presupuestos Generales, por lo que cada Estado desembolsa cantidades adicionales dependiendo de su voluntad de participación en los diversos entes asociados a Naciones Unidas.

Conviene subrayar que los gastos de personal de la Organización de las Naciones Unidas son especialmente elevados. El número oficial de empleados de los cuarteles generales de la ONU en Nueva York asciende a más de 37,300, pero las cifras se multiplican si tenemos en cuenta todas las sedes y todos los departamentos de la organización. Así, según confirma la propia web de la ONU, hay al menos otros 45,000 trabajadores adicionales en las organizaciones oficiales de Naciones Unidos. Cabe señalar que, tras ser preguntado sobre esta situación, el ex Secretario General de la ONU, Boutros-Ghali, declarase ante el Washington Post que “la mitad de los trabajadores de Naciones Unidas no hacen nada útil”.

Todos los empleados de la sede general de la ONU disfrutan de la totalidad de su salario sin necesidad de pagar impuestos federales, estatales o locales. Tengamos en cuenta, además, que los sueldos de los funcionarios de Naciones Unidas superan holgadamente las retribuciones del sector privado, así como los salarios del sector público estadounidense. Por ejemplo, un informático puede doblar sus ingresos anuales trabajando en la ONU en vez de en el sector privado; igualmente, un asistente de rango alto puede llegar a ganar más dinero que el Alcalde de Nueva York.  A todo lo anterior le sumamos subsidios de alquiler que rozan los $4,000 dólares o cheques educativos que suman más de $12,000 dólares por hijo.

Así las cosas, no es de extrañar que los gastos de funcionamiento de la ONU sean elevados. Por ejemplo, si analizamos el “paquete de ayuda” que la ONU aprobó para Haití tras el terremoto sufrido en 2010, encontramos que dos de cada tres dólares fueron destinados al personal de la organización. De los $732 millones de dólares comprometidos, casi $500 millones fueron destinados a dietas, salarios o beneficios del personal de la ONU destinado en la isla.

El número de agencias que forman parte de la ONU es especialmente amplio. Según las últimas publicaciones, hay veintidós agencias vinculadas con la Asamblea General, cuarenta cuerpos asociados con el Consejo Económico y Social, siete entes ligados al Consejo de Seguridad y diecinueve burocracias ligadas a la Secretaría General. Para consultar el listado completo, hagan click aquí.

Ante este panorama, no es de extrañar que la duplicidad de funciones se haya convertido en un problema importante. Diferentes agencias tienen secciones dedicadas a asuntos idénticos, lo que conlleva gastos superfluos y menor eficiencia. Por ejemplo, si hablamos del tráfico de estupefacientes, nos encontramos con que el mismo asunto puede ser analizado por tres organismos diferentes: la sección especializada del Consejo Económico y Social, un departamento técnico del Instituto de Naciones Unidas para el Crimen y la Justicia Internacional o la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Opacidad y corrupción

Una auditoría independiente y profunda del funcionamiento de la ONU permitiría tener más información sobre los puntos anteriores. También ayudaría a esclarecer los numerosos escándalos de corrupción que se han sucedido en Naciones Unidas desde la década de los 90, especialmente durante la gestión de Kofi Annan, Secretario General entre 1997 y 2006.

En palabras de Javier Bardají, el Nobel de la Paz natural de Ghana “promovió sus intereses personales y familiares por encima de los generales, rodeado de una opacidad endémica tanto en lo financiero como en sus tejemanejes en gestión de personal. Nunca antes la ONU había padecido tanta corrupción”.

El caso del controvertido programa “Petróleo por Alimentos” es especialmente escandaloso. Esta nefasta iniciativa, que tanto ayudó al Irak de Sadam Husein, será recordada por la trama de favores que comandó Kojo Annan, el hijo del Secretario General. Kojo ayudó a que Naciones Unidas contratase a diversas compañías para gestionar esta iniciativa de la ONU; posteriormente, tras recibir un Mercedes rojo como recompensa, el hijo de Kofi Annan exportó el vehículo a Ghana libre de impuestos, aduciendo que el vehículo pertenecía a su padre.

Más ejemplos:

- Varios colaboradores cercanos a Kofi Annan han sido arrestados y juzgados por un caso de sobornos y corrupción relacionado con la contratación de las obras de renovación de la sede central de Naciones Unidas. Los contratos habrían supuesto millones de dólares para implicados como Vladimir Kuznetsov o Alexander Yakovlev, dos subordinados de Kofi Annan que han confesado su culpabilidad.
- Tras ser nombrado Secretario General, Annan transifirió la residencia oficial que ocupaba hasta entonces a su hermano Kobina. Posteriormente, las autoridades de Nueva York confirmaron que el piso fue registrado a nombre de la cuñada de Kofi Annan…
- A mediados de 2005, el dirigente natural de Ghana se negó a investigar a su subordinado Ruud Lubbers, acusado de abusar sexualmente a una de sus ayudantes. El servicio de asuntos internos acabó condenando al colaborador del entonces Secretario General en apenas unos meses.

Para saber más sobre la polémica gestión de Kofi Annan al frente de la ONU, hagan click aquí.

Dictaduras que velan por la libertad

El Consejo de Seguridad es el ejemplo más evidente de las incomprensibles dinámicas políticas de Naciones Unidas. Gobiernos democráticos y regímenes totalitarios se sientan en la misma mesa para decidir sobre la “legalidad” de una guerra, intervención o sanción. Si aceptamos que esto es normal, los siguientes puntos no deberían sorprendernos:

- En junio de 2010, Cuba fue elegida para la Vicepresidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. No parece importar que la dictadura castrista viole sistemáticamente gran parte de los “Derechos Humanos” que dicha comisión pretende proteger…
- En noviembre de 2010, Arabia Saudí ingresó en una comisión contra la discriminación sexual. Poco importa que la situación de las mujeres en dicho país es tan nefasta que hasta se les prohibe conducir “para evitar situaciones inapropiadas con varones”.
- A comienzos de 2011, Corea del Norte fue seleccionada para encabezar la Conferencia sobre Desarme de la ONU, pese a que la dictadura asiática viola sistemáticamente las Resoluciones del Consejo de Seguridad sobre armamento nuclear.

Los ejemplos anteriores son apenas una pincelada del tipo de situaciones que uno puede encontrarse en Naciones Unidas. Tal y como ha declarado el diplomático español Javier Rupérez, “la ONU tiene un terrible agujero negro en el tema de los derechos humanos. Sus mayores conculcadores son los que dominan la mecánica de la Comisión de Derechos Humanos”.

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En esta primera entrega, he pretendido arrojar luz sobre diversos aspectos del funcionamiento de la ONU. Se ha cuestionado la conveniencia y la eficacia de una burocracia tan grande y opaca. Se han señalado varios escándalos de corrupción para subrayar la falta de transparencia de la institución. Por último, se ha explicado que el funcionamiento cotidiano de Naciones Unidas está condicionado por regímenes dictatoriales que amasan un jugoso capital político para defender sus intereses a nivel internacional.

En la siguiente parte de esta trilogía sobre la ONU, se analizan los compromisos más polémicos del gobierno de Rodríguez Zapatero con la institución. Finalmente, la tercera entrega examinará el pensamiento económico que exhibe y promueve la ONU a través de sus diferentes programas y agencias.