Los perjudicados de los rescates
Mientras seguimos a vueltas con los bonos de los ejecutivos de AIG y esperamos, sobrecogidos, a que el rostro parlante de cualquier programa informativo nos dé la nueva buena de algún indicio de recuperación, la Reserva Federal nos anuncia otra lluvia en forma de millones de dólares: todo sea por nuestra salvación, aunque salvarnos de la ruina nos está costando un pico.
Pero el ayudar a esas empresas que son "clave" para la supervivencia económica tiene algunas consecuencias para los competidores directos o para otras empresas que ofrecen servicios similares. Pensemos, por ejemplo, en el sector del autómovil. No sabemos si la pila de millones conseguirá finalmente salvar a los torpes de Detroit pero seguramente frenará el crecimiento de otros sectores de la economía y perjudicará a empresas concretas, con su nombre, número de identificación fiscal y su nómina de empleados que también quieren cobrar cada dos semanas (es la costumbre aquí).
Tomemos el ejemplo de Zipcar, una empresa de alquiler que nos permite reservar nuestro coche a través de Internet, ir al aparcamiento y abrirlo con nuestra tarjeta (la gasolina y el seguro están incluidos en el alquiler: a partir de unos siete dólares la hora). Una empresa innovadora que ha tenido éxito donde sus competidores directos no lo tuvieron y que por haber hecho las cosas bien ve como la competencia obtiene un premio por el pésimo trabajo realizado. Para Zipcar cada dólar regalado a Detroit supone un dólar dejado de ganar.
Pero el ayudar a esas empresas que son "clave" para la supervivencia económica tiene algunas consecuencias para los competidores directos o para otras empresas que ofrecen servicios similares. Pensemos, por ejemplo, en el sector del autómovil. No sabemos si la pila de millones conseguirá finalmente salvar a los torpes de Detroit pero seguramente frenará el crecimiento de otros sectores de la economía y perjudicará a empresas concretas, con su nombre, número de identificación fiscal y su nómina de empleados que también quieren cobrar cada dos semanas (es la costumbre aquí).
Tomemos el ejemplo de Zipcar, una empresa de alquiler que nos permite reservar nuestro coche a través de Internet, ir al aparcamiento y abrirlo con nuestra tarjeta (la gasolina y el seguro están incluidos en el alquiler: a partir de unos siete dólares la hora). Una empresa innovadora que ha tenido éxito donde sus competidores directos no lo tuvieron y que por haber hecho las cosas bien ve como la competencia obtiene un premio por el pésimo trabajo realizado. Para Zipcar cada dólar regalado a Detroit supone un dólar dejado de ganar.
En este país, en el que tanto se lleva lo de ir al juzgado, no estaría de más que a algún llanero solitario le diese por demandar al gobierno por causarle perjuicios económicos por ayudar a la competencia.
Todo esto proceso esta escrito en la novela "La Rebelion de Atlas" de Ayn Rand en el año 1957!
Espero que la sociedad estadounidense siga dando muestras de su capacidad de análisis y que Barack Obama sea echado a patadas de la Casa Blanca al finalizar su primer mandato. Estas son las consecuencias de dejarse seducir por el socialismo, almibarado por las constantes referencias a la nación que el hábil ex-senador por Illinois ha ido desgranando durante los últimos tiempos, durante su campaña electoral.
1# et_rusk, no he leído la novela de Rand, pero creo que lo que hace allí el emprendedor es una huelga de brazos caídos para evidenciar su valía. El problema es que si Zipcar, por seguir el ejemplo, deja de trabajar, desaparecerá y lo pagarán todos sus empleados, pero nada sufrirán las demás empresas prebendadas por el Gobierno, que seguirán viviendo del bolsillo de todos los demás americanos, exprimidos por el poder estatal. Ya pasó lo mismo en el tardoimperio romano. Particularmente, en Egipto todos los campesinos trabajaban para dar pan (y circo) gratis a los vagos de Roma. Su nivel de vida era muchísimo peor que con los faraones, y su única salida fué huir. Bandadas de campesinos fugitivos huyeron a la zona del Delta. Y no pasó nada. Nadie abogó por ellos, nadie intentó cambiar la situación, que empeoró hasta el derrumbamiento final del Imperio. Una consunción inducida por el peso del estado, como vió Rostovtzeff (los bárbaros y demás fueron sólo infecciones oportunistas en un cuerpo enfermo). Por cierto, también vivió el estado romano de adulterar la moneda. Ahora lo consiguen los bancos centrales inflando el crédito, pero los resultados son igualmente catastróficos. Tantos universitarios y nadie habla de estas cosas. Obama tardoimperial. Ya apuntan los bárbaros en el horizonte; alguno espera con nosotros el semáforo; otros colonizan los sindicatos, la enseñanza, la clase política. El mundo se ha hecho demasiado pequeño para una Nueva Roma. Habrá que pasar por una nueva caída (Dios nos coja a todos confesados) y por una lenta recuperación de la libertad a través de una dura Edad Media, o Época de Asentamiento como dice el Sr. Moa.