La "fórmula de ensueño" Demócrata no es más que una quimera
Los candidatos presidenciales en Estados Unidos suelen escoger a un vicepresidente que les complemente de alguna manera sustancial: por lo general de una región distinta del país, y con arrastre entre un grupo demográfico diferente. Fue por eso que John F. Kennedy le ofreció la vicepresidencia al texano Lyndon Johnson, a pesar de que éstos eran considerados adversarios y hasta enemigos en el Senado, y habían protagonizado una campaña bastante agresiva poco tiempo antes.
Por este motivo es que se ha venido hablando mucho en los últimos días acerca de lo que han denominado la "fórmula presidencial de ensueño" para los Demócratas: Clinton-Obama u Obama-Clinton. Bill Clinton lo ha sugerido en varias oportunidades, como si le estuviera ofreciendo a Obama la posibilidad de ser vice y quedar como favorito para la presidencia una vez que su mujer se retire. Sin embargo, un par de días más tarde, la presidente de la Cámara de Representantes, la Demócrata californiana Nancy Pelosi, muy públicamente descartó esa posibilidad. Lo cierto es que por consideraciones diversas, esta fórmula de ensueño resultaría una pesadilla para el que ocupara el segundo lugar y por ende, es imposible.
Si Obama aceptara el segundo puesto -- a pesar de la indignación que ha demostrado ante la sugerencia, siendo él quien actualmente cuenta con más delegados y votos -- se encontraría en una presidencia en la que efectivamente no sería el segundo sino el tercero, puesto que allí estaría también Bill Clinton mandando. A pesar de que Obama no parece sentirse muy estimulado en el Senado -- sitio que le otorgó una plataforma para presentarse a la presidencia pero en el cual no ha hecho prácticamente nada -- una temporada allí le permitiría mejorar sus credenciales y adquirir más conocimientos y experiencia. Otra alternativa más atractiva que mandamenos bajo los Clinton podría ser también la gobernación del estado de Illinois, para la cual habrá otra elección en 2010 y la que seguramente podría ganar sin mayores inconvenientes, particularmente considerando el deteriorado estado del Partido Republicano en ese estado.
Si Hillary aceptara ser segunda de Obama, quedaría como segundona en una fórmula presidencial perdedora en un partido poco generoso al momento de dar una segunda oportunidad o, de ganar, como favorita para la presidencia pero solamente en 2016, cuando ya contaría con 68 años. Más atractiva para ella sería la posibilidad de volver a Nueva York, adonde es inmensamente popular, y optar a la gobernación que quedará en manos de un político de peso liviano tras la caída en desgracia de Eliot Spitzer esta semana. También la Clinton podría quedarse en el Senado, en el que es poderosa y respetada, y optar al puesto de Líder de la mayoría, una posición de tremenda influencia, tercera en la línea de sucesión presidencial y mejor premio consuelo que vicepresidente de un gobierno Obama que muy probablemente sería un fracaso.
Por este motivo es que se ha venido hablando mucho en los últimos días acerca de lo que han denominado la "fórmula presidencial de ensueño" para los Demócratas: Clinton-Obama u Obama-Clinton. Bill Clinton lo ha sugerido en varias oportunidades, como si le estuviera ofreciendo a Obama la posibilidad de ser vice y quedar como favorito para la presidencia una vez que su mujer se retire. Sin embargo, un par de días más tarde, la presidente de la Cámara de Representantes, la Demócrata californiana Nancy Pelosi, muy públicamente descartó esa posibilidad. Lo cierto es que por consideraciones diversas, esta fórmula de ensueño resultaría una pesadilla para el que ocupara el segundo lugar y por ende, es imposible.
Si Obama aceptara el segundo puesto -- a pesar de la indignación que ha demostrado ante la sugerencia, siendo él quien actualmente cuenta con más delegados y votos -- se encontraría en una presidencia en la que efectivamente no sería el segundo sino el tercero, puesto que allí estaría también Bill Clinton mandando. A pesar de que Obama no parece sentirse muy estimulado en el Senado -- sitio que le otorgó una plataforma para presentarse a la presidencia pero en el cual no ha hecho prácticamente nada -- una temporada allí le permitiría mejorar sus credenciales y adquirir más conocimientos y experiencia. Otra alternativa más atractiva que mandamenos bajo los Clinton podría ser también la gobernación del estado de Illinois, para la cual habrá otra elección en 2010 y la que seguramente podría ganar sin mayores inconvenientes, particularmente considerando el deteriorado estado del Partido Republicano en ese estado.
Si Hillary aceptara ser segunda de Obama, quedaría como segundona en una fórmula presidencial perdedora en un partido poco generoso al momento de dar una segunda oportunidad o, de ganar, como favorita para la presidencia pero solamente en 2016, cuando ya contaría con 68 años. Más atractiva para ella sería la posibilidad de volver a Nueva York, adonde es inmensamente popular, y optar a la gobernación que quedará en manos de un político de peso liviano tras la caída en desgracia de Eliot Spitzer esta semana. También la Clinton podría quedarse en el Senado, en el que es poderosa y respetada, y optar al puesto de Líder de la mayoría, una posición de tremenda influencia, tercera en la línea de sucesión presidencial y mejor premio consuelo que vicepresidente de un gobierno Obama que muy probablemente sería un fracaso.