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Delegados y Superdelegados

En 1982, los mandamases del Partido Demócrata modificaron la manera en que el partido elegiría a su candidato presidencial para, en teoría, moderar la influencia de los “activistas” y reservar una cuota de poder para la élite del partido. Por ese motivo, otorgaron un 20% de los votos en la Convención Demócrata a los que hoy se conoce como Superdelegados: personalidades importantes del partido que ocupan u ocuparon cargos públicos, que acceden como delegados a la convención automáticamente y no necesitan ser elegidos en las primarias por los afiliados.

Debido a lo reñidas que están estas elecciones internas entre los Demócratas y más allá de los que suceda en Texas, Ohio, Pensilvania y los demás estados en los que aún no se ha votado, es ya matemáticamente imposible que Hillary Clinton o Barack Obama consigan el número necesario de delegados para conseguir la nominación. En otras palabras: son los Superdelegados quienes tendrán la última palabra por primera vez.

Tradicionalmente, para el momento en que se reunía la Convención ya había un candidato que reunía la mayoría necesaria de votos y, por lo tanto, los Superdelgados nunca tuvieron que decidir nada. Esta vez, sin embargo, los Superdelegados serán imprescindibles y ambas campañas han invertido semanas aplicando presión a cada uno de esos casi 800 jerarcas Demócratas para obtener su apoyo (se necesitan 2025 delegados para conseguir la nominación y tanto Obama como Clinton tienen menos de 1400 cada uno).

Generalmente los Superdelegados tienen una predisposición natural a apoyar a la figura del establishment partidario, que en este caso claramente es Hillary Clinton. Muchos de estos Superdelegados inclusive se comprometieron a apoyar a Clinton hacia comienzos de la campaña. Sin embargo, hay cientos de delegados que no se han decidido e, inclusive entre los que habían prometido su apoyo a Clinton, algunos han anunciado que cambiaron de opinión y que ahora apoyarán a Obama.

Todo este complicado proceso sugiere que los Demócratas, por primera vez en más de medio siglo, podrían no llegar a definir su candidato hasta el momento de la Convención, que tendrá lugar a finales de agosto en Denver. También existe la posibilidad de que en la propia convención terminen negociando los representantes de ambas partes –lo que se denomina una “convención abierta" o pactada– y los resultados en ese caso podrían ser de lo más inesperado. Hay quienes hasta hablan de Al Gore como “candidato de compromiso” en caso que que esto suceda.

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comentarios
1 Daniel Rodríguez Herrera, día

¡No! ¡Gore nooooooooooooooooooo!