Menú

Casas Divididas

Es increíble lo rápidamente que cambian las cosas en la política. En junio, cuando regresé a Estados Unidos tras un año en Inglaterra, el panorama de cara a las elecciones no podía ser más diferente del actual.  Por entonces, los Demócratas venían de conseguir una victoria aplastante en las elecciones legislativas, obteniendo la mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Hillary se perfilaba como la gran candidata de cara a las elecciones, reuniendo varias cualidades (renombre, experiencia, fuerza dentro del partido y, de paso, media torta) que su antecesor, John Kerry, no tenía. Obama era considerado otro de esos candidatos para universitarios (¡los mismo universitarios lo decían!) que reúnen a muchos voluntarios y a los que apoya medio Hollywood pero que luego se pegan un batacazo en el primer examen serio (o sea, en Iowa). Recuerdo haber ido a un concierto de los Goo Goo Dolls a las orillas del Mississippi en la noche del 4 de julio; a las puertas del recinto nos encontramos tres chavales repartido pegatinas con las palabras “Obama ’08.” Una amiga cogió unas veinte y, para hacer la gracia, me las pegó a la espalda durante el concierto. Ése era el tipo de candidato que era Obama.
Los republicanos, por su parte, se encontraban sin un líder claro, traumatizados por los resultados de las elecciones legislativas y por la impopularidad de Bush y de la guerra. La larga lista de candidatos (Giuliani, Romney, McCain, Huckabee, Thompson, Hunter, Paul…) recordaba a la de los Demócratas de hacía tres años: ningún favorito y sólo uno (Giuliani) con renombre y experiencia comparables a los de Hillary (cuando digo renombre, no lo digo necesariamente en el sentido positivo sino que más bien me refiero a esa publicity que es tan vital por estas tierras).
Medio año después, la situación ha cambiado por completo. El abandono de Huckabee ha hecho oficial lo que por otra parte se ha sabido desde el Supermartes: que McCain será el candidato republicano en noviembre. Y el partido le seguirá, por mucho que el ala conservadora haga morritos y le reproche sus flirteos con Kennedy, Feingold y Lieberman; le seguirá porque es el único candidato que tienen, y porque no van a votar a alguien a quien odian desde hace siglos (Hillary) ni a alguien que basa su discurso en demagogia anti-ricos y que propone retirarse de Irak en nueve meses… y de paso implantar un sistema de seguridad social (Obama).
Los Demócratas, por el contrario, están hechos un lío. Ninguno de los dos candidatos tiene visos de conseguir victorias lo suficientemente aplastantes en las doce primarias que quedan como para forzar la retirada del otro; además, ninguno de los dos va a querer tirar la toalla hasta que sea absolutamente necesario: Hillary porque lleva esperando esta oportunidad toda su vida (y porque tuvo que tragar, entre otras cosas, con lo de la Lewinski para conseguirla) y Obama porque le sería muy difícil repetir el Milagro una segunda vez. Los superdelegados pueden decidir las cosas, pero su decisión puede causar descontento entre las bases del partido y dañar esa imagen anti-establishment que es crucial para conseguir el voto joven e independiente. Y lo que es segurísimo es que los meses que se avecinan desgastarán a ambos candidatos, que van a tener que recurrir a ataques ad hominem (Hillary ya ha empezado) para intentar convencer a un electorado que les juzga por su personalidad más que por sus propuestas (que vienen a ser prácticamente idénticas). Y mientras ambos se agarran y empujan al pie del monte, McCain hace tiempo que llegó a la cima, rifle de francotirador al hombro.

Herramientas

3
comentarios
1 kavernni, día

¿Creeís que tiene algo que ver en la victoria de Clinton (Hillary) la desaparición de Clinton (Bill) de la campaña?

2 anderhl, día

"porque tuvo que tragar, entre otras cosas, con lo de la Lewinski" Este fragmento me ha resultado especialmente erótico. ;)

3 anderhl, día

En las proyecciones electorales del equipo de campaña de Obama, ya daban por perdido Texas y Ohio, desde hace meses.No les ha pillado de sorpresa. No creo que la desaparición de Bill haya influido. Por ahí está el "excell" que les mangó un periodista, donde los porcentajes "proyectados" son muy parecidos a los definitivos.