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Terremoto, esto es lo que hay

En una calle solitaria, me encontré al presidente regional de Murcia, Valcárcel, montándose en el coche oficial para ir corriendo a Lorca, por lo del terremoto. "Fíjate cómo estamos, fíjate cómo estamos. Quién iba a pensar esta situación...", exclamaba en tono bajo y mirando al infinito, pero se repuso pronto, muy a la murciana: "bueno, ¡esto es lo que hay!", me dijo. "Esto es lo que hay", se diría siempre en Murcia, en expresión tan del campo, el día después del fin del mundo, comprobando una realidad inesquivable. El "esto es lo que hay" es la clásica expresión del realismo murciano, con los pies en la tierra, nunca desgraciadamente mejor dicho con lo de Lorca.
 
El "esto es lo que hay" es una frase que se dedica en Murcia lo mismo a la situación de las cosechas que a la cartilla en números rojos del banco que a la amenaza de que nos corten el Trasvase que, como digo, a una hecatombe postnuclear. Es lo que decimos los murcianos para terminar las conversaciones, haciendo ver que hemos analizado correctamente la situación, sin abdicar de nuestra vocación práctica y conservadora y sin elevarnos sobre nubecillas que no llevan a ninguna parte (si acaso, llevan a León, que es a donde dice que se marcha el todavía Presidente del Gobierno el año que viene, una vez completada su progresista labor). No hay manera de escapar de lo que hay, y hay que empezar por saberlo desde el principio. Esa es una de las razones por las que el pensamiento blando de Zapatero, que nunca ha querido saber lo que hay sino lo que -mágicamente- podría haber, nunca ha calado en Murcia, en absoluto, y esa también es una de las razones por las que se ha hablado de "lección de civismo" del pueblo murciano en la catástrofe. En realidad lo que llaman "civismo" de los murcianos es la convicción de la gente del sureste español que de nada sirve observar un comportamiento extravagante ni en exceso gestualizado, porque lo que ha pasado es lo que ha pasado, y no otra cosa. A partir de ahí podemos empezar a hablar.
 
¿Para qué vamos a enfadarnos con la naturaleza, o con legislaciones sismorresistentes del año 2002, o para qué vamos a desear volver al día antes del terremoto, si nada de eso nos conduce más que a la melancolía? Por eso a veces se confunde este comportamiento con el que llaman nuestra "cansera" o fatalismo. Pero no es fatalismo ni ninguna clase de indiferencia. Es simplemente que no te vas a pelear con el cosmos. Porque al murciano es difícil que se le escape que, en efecto, esto de Lorca del otro día es lo que hay, que, como los japoneses, al segundo día hay que venir llorado de casa, que así es el mundo, el que Leibnitz dijo "el mejor de los posibles" (Pla llamaba "vainas" a los que trataban de razonar y encontrarle un significado a todo lo que pasaba en este caos universal que tratamos de administrar como podemos). Que no hay otra cosa sino tratar de paliar el post-terremoto, que no se pueden "pensar las cosas en positivo" (ni en negativo) sino tal y como son. Y, eso sí, si hay que endurecer las normas y eso es viable económicamente, endurézcanse.
 
El murciano, que nunca ha abandonado totalmente la mentalidad agraria, no cree en las preguntas y las soluciones retrospectivas (hay tertulianos "vainas" que han encontrado que la solución al terremoto hubiesen sido... unas leyes de construcción antisísmicas ambientadas en Disney y promulgadas mañana para lo que ocurrió la semana pasada y para edificios de hace diez, cuarenta, cien años) porque, en otra expresión de aquí, "esto no es estar en lo que es".  

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comentarios
1 clavius, día

Hola Jose Antonio. Aquí los llamamos "historiadores", esto es, los que hablan y saben de todo sin entender nada. Suelen ser especímenes delgaduchos, mortecinos, calvatruenos y de grandes orejas peludas, lo mismo corrigen a Mourinho que a Perelman, ágrafos agostosábados que beben una copa de vino como si nadie lo hubiera hecho antes que ellos, seres que en su vida le han dao un palo al agua no fuera a ser que mataran un sapo, ateos de boquilla, padresnuestros nocturnos de cama helada, coyunturales descuajaringados, un cubo de agua y un camión de arena...historiadores deshistoriados. Aquí uno que se pone de frente y al natural: http://elblogdekufisto.blogspot.com/2011/05/el-gran-viaje-de-jose-tomas-y-corchito.html Saludos

2 DasBoot, día

Por suerte para casi toda España, no somos un pais con riesgo alto de terremotos. Desgraciadamente en Lorca ha habido uno gordo. Pero la seguridad absoluta no existe, para eso estan, entre otras cosas, los seguros. A todos nos gustaría que no pasasen cosas malas, pero esto es lo que hay. Personalmente no me pienso gastar dosmil o tresmil euros en instalar pantallas contra meteoritos en mi casa. Creo que el pararrayos es mi máxima contribucion a la prevencion de riesgos aleatorios.

3 AnkHor, día

Por supuesto que no don José Antonio, ésto no es estar en lo que es. La realidad de las cosas hay que afrontarla con entereza, aprendiendo de lo que ha fallado para que no vuelva a fallar y dejándonos de tonterías y discusiones bizantinas. La Naturaleza nos deja vivir, pero sin tenernos en cuenta para nada. Somos nosotros los que tenemos que poner trabajo e ingenio para desviar riadas, encauzar acequias, contener taludes y montañas... y para el próximo muro que hagamos, echarle más cimientos y hacerlo más gordo para que no se nos caiga con otro terremoto. En ésta hemos aprendido que la mayoría de las estructuras modernas han aguantado el envite. Pero había cornisas, petos de cubierta y algunos revestimientos de fachada que no son elementos estructurales (y por tanto no estaban sometidos a la norma sismorresistente), que se han desprendido y han caído a la calle en forma de cascotes, que son los que han matado a la gente. Habrá que reforzar los edificios viejos y los nuevos que se hagan, deberán tener los revestimientos, las cornisas y los petos, asegurados con varillas de acero que impidan que se puedan desprender y caer a la calle. Ya verán ustedes como para la próxima, nos pilla más preparados. Y lo que falle entonces, se corregirá después. Andando se hace el camino. Discutiendo tonterías no llegaremos muy lejos.