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Se abre la veda para la caza menor del niño

Es, como escribiría Plà, literalmente impresionante lo del Tribunal Supremo negando el derecho a objetar la asignatura de "Educación para la ciudadanía" y sin embargo aconsejando que no se utilice para enseñar (adoctrinar en) cosas discutibles que generen polémica. ¿Van a poner el Tribunal Supremo un guardia detrás de cada profesor o, como poco, de cada centro y que vigile que se cumplen sus tiquismiquis? Seguramente los colegios donde ya se está adoctrinando por un tubo en cosas discutibles (pero a juicio del Tribunal Supremo que no pueden ser discutidas) y que generan polémica (pero que a juicio del Tribunal Supremo es una polémica pequeñita, de nada) están a estas horas muertos de miedo por la posible reacción de tan alta instancia si a alguien le da por chivarse de lo que pasa en realidad. Todo el peso de la Ley caerá sobre los centros torticeros o sobre los profesores intolerantes que intoxiquen las tiernas mentes de los escolandos con cosmovisiones correspondientes sólo a uno de los lados del espectro político. Han dicho. En el día veintiocho de enero del Nuestro Señor del año de Gracia de dos mil nueve. Cuidadito con cómo se portan en clase, que los jueces estarán "in vigilando", en los ratos que les deje la huelga (etimológicamente y en andaluz, "juerga", que escribía Camba).

Si hasta ahora la tupida red clientelar del PSOE en las terminaciones educativas se conformaba con departir con cierta apariencia civilizada sobre las bondades de la alianza de civilizaciones, el egoísmo liberalconservador, el derecho liberador al aborto obligatorio o el privilegio de una muerte digna (que el malvado Houellebecq interpreta como un juego de palabras que en realidad quiere decir que la sociedad moderna, en su autoasumida "dignidad", se puede librar de los seres no productivos cuando llegan a esa situación paria que repugna a la efebocracia, que es la vejez), pronto advertirá que ha dejado de existir límite alguno para meter en vereda al alumnado suscitando debates con todo lujo de detalles sobre las fornicaciones de Carlos Marx con su criada, que serán interpretadas al modo stalinista como "intervenciones solidarias", psicodramas colectivos para dilucidar sobre cuáles son las mejores peluquerías (en los colegios de Esquerra, "perruquerias") para mandar hacerse una perilla como la de Lenin o controles periódicos para establecer la veracidad científica de la posible inmortalidad del compañero Fidel Castro. Todo está permitido. A condición de que los jueces no se den por enterados de que alguien, en algún lugar, en ese momento, está siendo travieso y no cumpliendo sus prevenciones. 

Lo más tonto de todo es que a alguien le pudiera caber alguna duda sobre cuál sería el sentido de la sentencia del Tribunal Supremo. Si los gobiernos autonómicos del PSOE y del PP ya han dado el visto bueno a EpC (el PP piensa que le está dando sus propios contenidos, que en realidad son los mismos del PSOE, porque EpC será estrictamente socialista o no será) y están adoctrinando esponjosos cerebros pero, chst, en cosas que no generan debate ni polémica (y si generan no se lo cuentes a nadie, no fuere que llegue a oídos de los jueces), el tercer poder, que es en realidad el mismo que el primero porque tampoco hay segundo, no iba a dejar de unirse al "mayoritario sentir social". El "sentir social" de la mayoritaria, exclusiva y excluyente casta política. Pobres niños. Pobriños.

    

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comentarios
1 vikinga, día

Pobriños los niños y pobriños los que seremos viejos cuando ellos sean mayores y nos eliminen sin escrúpulos si consideran que ya no llevamos una vida digna.Y aunque la llevemos, van a ser tan pocos con tanto aborto libre, que necesitarán mandarnos al otro barrio porque no podrán mantener tantas pensiones. Los primeros seremos los de derechas, católicos y demás gente reaccionaria. Tengo miedo. Disfrutemos ahora, que nos vienen unos niños muy burros, aunque eso sí, multiculturales, multiecologistas y multisexuales.

2 disonant, día

Totalmente de acuerdo con Vikinga, y es que no hay mayor fracaso para una sociedad que el hecho de que una generación anterior mire con recelo a la siguiente, mientras comprueba como todo por lo que había luchado se desmorona cual arena entre los dedos.