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La desigualdad es buena (y necesaria)

Al socaire de la celebración del día de la Mujer, la izquierda pone el acento una vez más en la igualdad, aunque si fuera coherente debería hablar de "igualitarismo", que es a lo que (dicen que) aspiran los progres.
Un argumento recurrente para disfrazar el inexistente afán por la verdadera igualdad del que la izquierda blasona, es el hecho de que, según las estadísticas, las mujeres cobran menos que los hombres en puestos de trabajo similares, lo que exige que una miriada de progresistas parasiten el presupuesto público para hacer todo tipo de campañas con el objetivo de "cambiar la sociedad". Oigo a la ministra del ramo y a las feministas de cuota más destacadas que la diferencia de salarios constituye un acto de machismo intolerable. Sin embargo, es dudoso que los empresarios creen un negocio invirtiendo su patrimonio simplemente para dar rienda a sus bajas pasiones. El empresario podrá ser tan machista como el albañil del andamio cuando pasa por debajo una niña camino del instituto, pero estoy seguro de que su principal interés es obtener el mayor beneficio económico posible.
Así pues, de ser cierto que las mujeres cobran menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, habrá que buscar una explicación en el estricto terreno económico. Y la explicación es que los trabajadores no sólo valoran el salario cuando aceptan desempeñar un trabajo. Hay más condicionantes que pueden hacer que una persona acepte un puesto menor remunerado que otro a cambio de una mayor flexibilidad laboral o determinadas ventajas (proximidad al domicilio, al colegio de los hijos, horario compatible con la vida familiar, etc. etc. etc.).
Por tanto, no se trata de que las mujeres cobren menos que los hombres por culpa del ancestral machismo de la cultura judeocristiana, sino que algunas de ellas ocupan puestos que tienen un determinado salario establecido, que sería exactamente el mismo si lo ocupara un varón.
A la ministra le gustaría que todas las mujeres de España sacrificaran otros espacios de su vida por su carrera profesional, pero eso no tiene por qué ser así en todos los casos. Pasa igual que con los hombres, o con muchos de ellos, que pudiendo acceder a una promoción en su carrera prefieren mantener un puesto de trabajo cómodo que les permita disfrutar de otros ámbitos de su vida privada. Por ejemplo, en los tiempos de bonanza económica hay muchos varones andaluces y extremeños que prefieren cobrar el subsidio del PER a buscar un trabajo sacrificado lejos de su hogar, a lo que tienen perfecto derecho dado que el estado les permite esa opción.
La igualdad impuesta coercitivamente por una autoridad central es la mayor agresión a la libertad individual, que es un valor infinitamente superior al igualitarismo preconizado por la izquierda. En las sociedades sanas hay ricos y pobres, vagos e industriosos, gente con suerte y otra desgraciada. Sólo bajo las tiranías se produce el fenómeno de la igualdad a que aspira la izquierda analfabeta. Y ni siquiera en ese caso, puesto que también bajo esos regímenes hay una élite que disfruta de todos los caprichos mientras el pueblo pasa necesidades, muy igualitariamente, eso sí.  Los progres estarían, qué duda cabe, entre esa clase privilegiada viviendo a costa del igualitarismo popular. Se entiende que luchen por alcanzar ese ideal.

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comentarios
1 elvis71, día

Acertado análisis, yo estoy rodeado de mujeres que cobran más que nosotros, porque echan más horas, sacrificando su vida familiar, así que la bibi tan contenta, total que es esa tontería de la familia, pues una cosa absurda judeo cristiana como usted bien dice, por eso tenemos el aborto, los progenitores A y B, todo sea por acabar con ese reducto fascista y retrogrado. De todos modos me "solidarizo" con la lucha por la igualdad hombre/mujer y la "defiendo": http://lascosasdefernandoesteso.blogspot.com/ saludos cordiales adenda 1- corre un rumor según el cual han encontrado algo de cerebro en alguien del gobierno... me lo podría confirmar o es sólo eso, un rumor

2 vikinga, día

Estoy de acuerdo. El mayor problema es que Aído y demás amigas progres no aceptan el hecho incuestionable por la experiencia, de que la mayoría de las mujeres son menos ambiciosas en su trabajo porque anteponen sus obligaciones familiares. ¿Razones naturales, culturales, sociales? No sé, el caso es que las feministas tendrían que aceptar el hecho de que haya muchísimas mujeres que prefieren estar con sus hijos y cuidarlos, trabajando fuera o no, que ganar más dinero o pasar más tiempo en su trabajo.