Menú
Juan Manuel González

‘Sin identidad’: Intensa, divertida y absurda

Póster Sin Identidad

Sin identidad comienza con el doctor Martin Harris (Liam Neeson) llegando a Berlín acompañado de su esposa (January Jones) para participar en una conferencia donde se va a hacer público un revolucionario avance científico. En el trayecto al hotel, y tras percatarse de un imperdonable olvido en aeropuerto, Martin sufre un accidente de tráfico que acaba con él en el hospital, sin saber demasiado cómo o por qué ha llegado allí... Para su tragedia y la nuestra sorpresa, su propia esposa asegura no reconocerle, y un desconocido le sigue allá donde va. Con todo este peso sobre sus hombros, el doctor se dispone a rehacer sus pasos y recuperar su identidad, para lo cual contrata un detective de la antigua Stasi y trata de implicar en la trama a la mujer que conducía el taxi, una inmigrante ilegal llamada Gina interpretada por Diane Kruger.

Esta larga e innecesaria sinopsis, que pueden encontrar mejor explicada en el tráiler (que por cierto, revela demasiado de la película), engloba sólo los primeros treinta minutos de Sin identidad, un thriller que ha dirigido el catalán Jaume Collet-Serra con un ojo puesto en cintas de suspense de raíz clásica como Frenético (por aquello de, ya saben, un americano perdido en una ciudad europea) y otro en el frenesí y las identidades perdidas de la saga Bourne protagonizada por Matt Damon.

Lo mejor de Sin identidad son los ribetes paranoicos y psicológicos que, afortunadamente, priman durante la mayoría de la cinta, concebida para el lucimiento de un Liam Neeson reconvertido en héroe de acción tras el éxito de Venganza. Collet-Serra enfatiza al máximo las dudas sobre la identidad del protagonista y los aspectos hitchockianos de la trama (por no faltar, no faltan dos rubias) por encima de las persecuciones y la acción, por mucho que la película contenga alguna secuencia realmente destacable en ese aspecto. Y con ello remata una cinta que arranca regular y enseguida mejora, y en la que priman los aspectos oscuros y psicológicos sobre el thriller de espionaje y tecnológico al que Hollywood -y también la presente cinta- se deslizan con tanta facilidad.

Pese a su enorme inverosimilitud y abundantes trampas de guión, Sin identidad transcurre de manera lo suficientemente intrigante y espectacular como para mantener en vilo al más escéptico. Collet-Serra orquesta un puñado de secuencias frenéticas que conviven con naturalidad con otras más taimadas, y unas y otras consiguen hacernos olvidar el cúmulo de cabos sueltos de la historia. Ahí están momentos como la emboscada en el piso de Gina (Diane Kruger) o la persecución en coches por las calles de Berlín -que acaba de manera exacta a la prodigiosa escena que ponía punto y aparte a El mito de Bourne- que satisfarán a los amantes de la acción, mientras que otras como la que enfrenta a los personajes de Bruno Ganz y Frank Langella gozan de una inesperada y siniestra brillantez.

Collet-Serra no se hace ningún lío y filma unas y otras con astucia y control, y con ello consigue hacernos olvidar el déficit de verosimilitud que acumula la cinta según se acerca el desenlace. Pese a sus absurdos, la necesidad de dejarlo todo bien atado, y alguna divagación científica excesivamente candorosa, Sin identidad es un thriller totalmente recomendable y con más de un detalle con verdadera clase, como ese momento final con Liam Neeson rompiendo un espejo -y con él su propio reflejo- para liberarse de su oponente y su pasado... aspecto éste que admite alguna que otra sobreinterpretación en clave política.

En Cultura

    0
    comentarios
    Acceda a los 6 comentarios guardados