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Juan Manuel González

'La posesión de Emma Evans'. ¡Mira lo que ha hecho la cochina de tu hija!

Póster La posesión de Emma Evans

Después de las seminales El exorcista y La semilla del Diablo, la presencia del maligno en el género de terror se ha mantenido viva a través del subgénero de posesiones, que con El exorcismo de Emily Rose vio recuperados -inesperadamente- los icónicos logros de las primeras. Dentro de este flujo, La posesión de Emma Evans es, también, una nueva muestra de que el género de terror tiene una presencia viva y palpable dentro de la no-industria del cine española.

Lamentablemente y dejando fuera todas las demás consideraciones, la película de Manuel Carballo resulta torpe incluso dentro de su esperada falta de originalidad. Perjudicada por un casting imposible, un desarrollo que va siempre por detrás del público y unos golpes de efecto que no son tales, La posesión de Emma Evans acaba resultando un producto fallido al cien por cien, incapaz de provocar apenas un asomo de inquietud en algún que otro momento cumbre y más de una sonrisa nada cómplice con lo que ocurre en pantalla.

Carballo trata de distanciarse de la musculosa apariencia de los filmes de los remakes terroríficos de Michael Bay y opta por la otra óptica en boga en el género, es decir, la de un filme de estética más o menos hiper realista, más cercana a propuestas como Rec o El proyecto de la bruja de Blair que a Viernes 13 (2009) o La Matanza de Texas 2004. Ese aspecto verista resalta la inmediatez y realismo de la historia pero no logra conjugarlo con la dimensión fantástica de la misma, a la vez que anula cualquier interés estético con el que poder consolarnos. La antipatía que despiertan sus personajes -sin ninguna ironía o sentido del humor que nos distancie de los mismos- acaban por hacer el resto.

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