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Juan Manuel González

'El inocente': no eres nadie hasta que te matan

Póster El inocente

Matthew McConaughey regresa al thriller judicial con El inocente, una adaptación de la novela de Michael Connelly que sirve de presentación a un personaje, el del abogado Mickey Haller, llamado a protagonizar toda una serie de películas.

Porque seamos claros: puede que El inocente no sea más que otro competente thriller que nunca brilla por su excesiva originalidad, ni por hacer cabriolas en la puesta en escena. La cinta de Brad Fuller escoge seguir una senda quizá más convencional y tradicional, pero lo hace con seguridad, concediendo todo el protagonismo a un reparto inmaculado y apostando por un regreso a un tipo de cine comercial norteamericano algo más áspero, inteligente y adulto de lo que estamos acostumbrados en los últimos años.

La intriga de El inocente no es ninguna bomba de profundidad contra el sistema judicial norteamericano. Pero según transcurre su eficiente guión, perfectamente estructurado, la película va redondeando un lúcido y cínico comentario sobre los resortes internos de la ley y las tripas de los juzgados, que al final acaban siendo el verdadero misterio de la cinta. Son los mismos que aprovecha para su beneficio el vampírico abogado criminalista que interpreta un excelente Matthew McConaughey, que compone un antihéroe repleto de ambigüedades, extravagancias y matices que hace que olvidemos de un plumazo todos los prejuicios hacia su discutible carrera.

La cinta de Fuller también soporta un par de giros de guión poderosos y una galería de secundarios muy rica que incluye actores como William H. Macy, Marisa Tomei o Josh Lucas, dando perfecta réplica a McConaughey. Entre todos consiguen dar dinamismo a una intriga entretenida hasta el extremo. Aunque El inocente no consigue rematar su convincente desarrollo con un final poderoso, y Furman carece todavía del empaque visual de un artesano de renombre, la cinta deja los suficientes cabos sueltos como para querer ver más adaptaciones de este personaje.

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