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Póster Con derecho a roce

La película dirigida por Will Gluck parece salida de la manufacturera de guiones de Hollywood. Si años ha hubo ración doble de volcanes, de marcianos puñeteros, de meteoritos insufribles, este año el factor repetición le ha tocado a esa presunta renovación de la comedia romántica en torno al controvertido asunto de beneficiarte a tu mejor amigo/a. Lo mejor que se puede decir de la película que protagonizan unos correctos Justin Timberlake y Mila Kunis es que su maquinaria cómica está mejor engrasada, aunque sea por pura acumulación, que en la desvaída Sin compromiso, en la que Ashton Kutcher y Natalie Portman se entregaban al sexo edulcorado de la mano del veterano Ivan Reitman.

Y decimos presunta renovación, porque Con derecho a roce se limita a presentar un romance de los de toda la vida bajo el pretexto de una enérgica sucesión de encuentros sexuales de sus dos retozones protagonistas. No obstante, Gluck, al igual que en su anterior Rumores y mentiras, aporta velocidad y algo de músculo a la fórmula, mientras Timberlake, en pleno salto al estrellato, demuestra que la cámara le adora y que está por encima del producto estándar.

El resto de Con derecho a roce se limita a cubrir el expediente de la comedia romántica más convencional y amable -tampoco hay nada de malo en ello-, si acaso con algo de locuacidad adicional y cierto encanto gracias a la localización neoyorquina. Woody Harrelson, Richard Jenkins y Miranda Richardson ejercen de invitados de lujo –los dos primeros se apuntan un tanto indiscutible- y Gluck trata de animar el cotarro incrementando la velocidad de diálogos y la sucesión de planos –cameo de la deliciosa Emma Stone incluido-, pero no del sexo. Y obviamos su comentario jocoso hacia el género que más tarde la película transita sin disimulo y con creciente desmayo.

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