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Juan Manuel González

'Ahora los padres son ellos': el Padrino Follen

Póster Ahora los padres son ellos

Ahora los padres son ellos es una nueva entrega de Los padres de ella, una refrescante comedia que obtuvo un enorme éxito allá por el año 2000, fenómeno que repitió y amplió su secuela Los padres de él dos años después. Lamentablemente, los hacedores de la presente no han encontrado la manera de continuar la historia del nuero y el suegro más particulares de la comedia reciente y se han limitado a repetir los lugares comunes de las anteriores.

Con toda honestidad, Los padres de ella era una película más que apreciable. Reciclaba en una comedia a la vez cínica y amable a un Robert De Niro encantado de parodiarse a sí mismo y situó en el mapa a Ben Stiller, un cómico televisivo con un notable talento para hurgar en situaciones incómodas. De la segunda entrega, la verdad es que ni me acuerdo, y al llegar a su tercera parte encontramos tal despliegue de secundarios que unir a la fiesta (a los habituales Owen Wilson, Teri Polo, Dustin Hoffman y Barbra Streisand se suman los nuevos, con Jessica Alba, Harvey Keitel y Laura Dern a la cabeza) que apenas hay tiempo que dedicarles a cada uno de ellos. Ahora los padres son ellos es, probablemente, la película que más desaprovecha un plantel de campanillas de la cartelera reciente.

La película nunca arranca porque no tiene nada que contar. Tan sólo es un conjunto de gags irregulares en torno a la sospechas de infidelidad de uno de los protagonistas que nunca acaba de desarrollarse. Todo ello gracias a un guión vago, apresurado e inconexo, quizá hecho para otra película y re-escrito para la ocasión cambiando los nombres de los protagonistas, o ... quién sabe. El caso es que Ahora los padres son ellos desperdicia las posibilidades de narrar los problemas de la paternidad de la joven pareja protagonista y su atractivo se reduce a los gags que salen en su divertido trailer. Sólo así se explica la falta de autenticidad en las situaciones y, sobre todo, en los personajes, convertidos ya en figuras de trazo grueso. La película posee el síndrome de las peores secuelas, que parecen una sátira de su original, que en este caso ya era una comedia.

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