
Wooow, fotos de Scarlett Johansson, mhmhmh
Ahora que he conseguido su atención, les revelaré que este post en realidad va sobre la propincuidad en Internet. Gracias.
Les propongo un pequeño reto sociológico: Durante la próxima conversación ante la máquina de café de la oficina, aproxímense lentamente a su interlocutor, de tal modo que la distancia entre ustedes sea inferior a 46 centímetros. Este número mágico, que delimita la distancia íntima de la meramente personal, fue estudiado por el antropólogo Edward T. Hall en la década de los sesenta. A tal efecto, Hall inventó el término proxémica referido al uso que el ser humano social hace del espacio existente entre dos o más personas. Según sus estudios, cualquier aproximación más allá de este espacio por individuos que no tienen una relación especialmente profunda, provoca una desagradable sensación de invasión. A lo largo de nuestra existencia social, indudablemente nos habremos encontrado con algunas personas, a las que recordamos con cierta aversión, que han invadido esa burbuja invisible que forma parte de nuestra mismidad. Personas a las que les resulta imposible hablar con nadie a quien no estén cogiendo por la solapa, individuos de correoso aspecto que sudan a escasos milímetros de nuestra cara. Las situaciones sociales que obligatoriamente rompen esta barrera -como ascensores o transportes públicos- son vividas con desagrado e incomodidad. El espacio regido por la proxémica está en realidad constituido por capas como las de una cebolla, capas que permitimos que los demás traspasen o no y que son más o menos flexibles, en función de la situación en la que nos encontremos, nuestro bagaje cultural, o el grado de intimidad que nos une a ellos.
Para tranquilidad de todos, les diré que el único modo real de que se produzca este salto es porque el propio interesado lo propice. Mucha gente vive con cierta ansiedad la posibilidad de que alguien llegue a llamar a la puerda de su casa desde, por ejemplo, los foros de LD. La habilidad del posible pirata tendría que ser notable, tendría que hackear, como mínimo, LD y Telefónica para hacer una búsqueda inversa de esas características. Entonces, ¿por qué te has visto en la situación de que alguien es capaz de dar tu nombre y tu DNI en un foro? Fácil: inadvertidamente, en el pasado, participaste en un inocuo blog de quesos de la Alcarria dando el mismo nick con el que ahora participas en este otro foro, y ahí aparece tu email. Y en otra página, sobre papiroflexia, pusiste tu nombre real asociándolo a ese email. Y en la universidad, aparecieron listadas tus notas junto a tu DNI en un PDF que un profesor de Griego colgó hace cuatro años en la red. Así que ahí tienes el salto: tengo tu nick que me lleva a tu email que me lleva a tu nombre, que me lleva a tu DNI. No es de extrañar que florezcan como hongos empresas que se dedican a defender la reputación de individuos en la Red, o incluso a eliminar sus huellas y a devolverles el anonimato que siempre quisieron conservar.
Anónimamente,
Fabián, su Chico Huidizo
Fabián C. Barrio se dedica a la impermeabilización de paredes y techos.
Bueno, pero las fotos de scarlett ¿donde están? :-)
Brillante
Esto es publicidad desleal. A Javier Rubio que vais.
La pregunta que voy a hacer puede estar un poco fuera de lugar, pero no se me ocurre mejor sitio. ¿Tenéis un email de contacto por ahí? ¿Puedo usar cualquiera de los que tenés en vuestras páginas web personales? Gracias.
Me refiero a los autores del blog Conectados. Por si hay dudas.
Escriba a conectados@libertaddigital.tv