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Diario de Verano: Casillas como problema y como solución

Él se metió en este sórdido y peligrosísimo juego y ahora es gato escaldado que, por mucho que le fastidie, debe bañarse.

No será porque algunos no lo anunciamos antes del verano. Si alguien creía que la liquidación de Mourinho les iba a salir gratis a sus verdugos estaba totalmente equivocado. Y no porque Casillas, el apuñalador simbólico y real, tenga que pechar cada domingo con los pitos y ovaciones de la grada, que es tan normal como que piten a Higuaín o a Benzema, dentro de lo poco normal que es el fútbol y no digamos el Bernabéu. Lo particular de Casillas es que ha sido la punta de lanza de la mayor y más repugnante operación de propaganda que se ha emprendido nunca contra el Madrid de Florentino a cuenta de Mourinho, antes de Pepe y antes de Cristiano. Como Pepe se pasó a Casillas y Cristiano acabó mal con Mourinho (que, la verdad, no ha sabido irse bien del Madrid) ya no hay que echar al uno por criminal y al otro porque no marcaba en los partidos difíciles, sobre todo en el Nou Camp. En el libro de Juanma Rodríguez El fenómeno Mourinho se recoge el arsenal de abyecciones semanales que acabaron con el soberbio entrenador capaz de resucitar al Madrid durante a la dictadura del Barça. Por eso muchos guardamos memoria grata de Mou y por eso los del Barça, los del Marça y los relaños y paconolos hicieron lo que hicieron y se felicitan por ello.

Pero todo crimen deja rastro. Y el de Mourinho ha dejado al descubierto a la parte del vestuario rebelada contra el entrenador del Madrid, siempre en sintonía con los relaños, los manolos, el Barça y el Marça. A la cabeza, el capitán, que se ha mostrado en la campaña anti-Mourinho –no en toda su extraordinaria carrera, ojo– incapaz de llevar con honor esa responsabilidad. Pero la campaña, con el Barça, cabeza del separatismo catalán, como gran beneficiario, no era contra el soberbio –en todos los sentidos– gladiador de Setúbal, sino contra el entrenador del Madrid y contra la presidencia de Florentino Pérez. Relaño, más soberbio y, por ende, más fatuo que los demás conjurados, no disimuló en las pasadas elecciones su odio al hombre que ha hecho del Madrid el club más rico y poderoso del mundo. Como los socios del Barça y los accionistas de PRISA no votaban, Florentino arrasó. Y Casillas, puñal de la conjura prisaica y barçista, se ha quedado sin vaina y como cabeza de un vestuario capaz de echar a su entrenador a medias con la canallesca prensa deportiva madrileña. ¿Qué iba a hacer Ancelotti para demostrar que las alineaciones no se las van a hacer Casillas y Ramos, tal que Hierro y Raúl a Del Bosque cuando sentaron al mejor Casillas? Pues sentar al peor Casillas. Porque además dispone del excelente Diego López.

El día en que Sara Carbonero, pareja de Casillas, apareció en la televisión mexicana atacando a Mourinho con la frase: "todos conocen el mal ambiente del vestuario del Madrid", sólo le faltó añadir: "mientras en él mandemos nosotros". Pero ningún entrenador de categoría, llámese Ancelotti o Pavarotti, puede tolerar esa actitud. Ni de Casillas ni de nadie. Y como la portería no padece quebranto, ha alineado a Diego López. Y los relaños y marçistas se han quedado atónitos, disimulando el chasco. "Esto no es lo mismo que cuando lo sentaba Mourinho, por odio personal", ha dicho el más rápido en pasar por tonto. ¿Ah, no? ¿No son entrenadores del Madrid los dos? Odio personalizado es el que orquestó contra Mou toda esa patulea canallesca que encontró en Casillas al socio perfecto, ahora inútil.

Los que pitan a Casillas lo pitan por eso. Pero ¿por qué pitan los casillistas, relañistas y manolistas a Diego López? ¿Qué ha hecho o dicho él, contra el club, contra Casillas o contra nadie? Absolutamente nada. Lo pitan por la misma razón por la que los chequistas sanitarios de La Paz pitan a Cristina Cifuentes: por odio patológico, por fatuidad despótica, porque son gentuza. Esos son los que se tienen que callar. Paconolos, valdanillos y reladaños: ordenádselo.

¿Y los que pitan a Casillas? Yo creo que, aunque lo hagan por las razones que he expuesto, deben dejar de hacerlo por el bien del Madrid. Y eso está en manos del portero titular delbosquista y suplente merengue. Lo que tiene que hacer Casillas es lo que Raúl hizo cuando Aragonés lo echó de la selección: pedir públicamente su apoyo a los que están. En el caso de Casillas, al que muy honrosamente está defendiendo la portería blanca, que es Diego López. Si Casillas reconoce su mal y su daño, es decir, si cambia de comportamiento, asume que no es Dios y que no puede ser titular por orden del Consejo de Ministros, en poco tiempo se habrá olvidado hasta lo que no debería olvidarse, porque así es el fútbol. "Hay que apoyar a Diego" o "Yo apoyo a Diego como sé que Diego me apoyará a mí cuando juegue": bastarían esas frases para que los pitoflautas y los pitorratas se callaran y el Real Madrid afrontara una dificilísima temporada con la tranquilidad de tener a dos grandes porteros, totalmente diferentes, para un puesto esencial.

¿Lo hará Iker? ¿Se irá al Barça o a Las Chimbambas FC? Es cosa suya. Él se metió en este sórdido y peligrosísimo juego y ahora es gato escaldado que, por mucho que le fastidie, debe bañarse. Yo espero, por el bien del Madrid, que Casillas rectifique, apoye a Diego y dentro de poco la grada blanca volverá a apoyar al inolvidable, milagroso portero de Glasgow en la final de la Novena, cuando la lesión de César arruinó los mezquinos planes de Del Bosque y la herrumbre del vestuario y permitió que un genio bajo los palos –fuera, es otra cosa- adquiriera condición divinal. Lo malo de los dioses es que acaban creyéndoselo. Y rectificar es sólo de sabios.

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