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Utrecht: la ciudad en la que late Holanda

Utrecht es una de las ciudades históricas de Holanda y, sobre todo, un lugar que vale la pena conocer

Si hace unos meses les traía a estas páginas mi descubrimiento de Haarlem, ahora les quiero hablar de otra etapa de ese viaje que hice a Holanda el pasado otoño. Se trata de Utrecht, una ciudad a la que me acerqué por lo que podríamos denominar curiosidad histórica: toda la vida leyendo y escuchando hablar del Tratado de Utrecht y uno, al final, tiene interés por conocer esa ciudad de la que tanto se habla en España y de la que tan poco conocemos.

Lo cierto es que Utrecht, pese a estar cargada de historia, no es sólo una ciudad histórica sino que está repleta de vida: terrazas que se llenan en cuanto el sol asoma, canales por los que navegar, ambiente universitario, tiendas de lujo y tiendas de segunda mano, músicos en la calle…

Utrecht se llama a sí misma "el corazón de Holanda", puesto que fue durante siglos la ciudad más importante del país, hasta ser desplazada por la pujante Ámsterdam, que ya nunca dejó de ser el centro del poder económico y cultural holandés. Lo cierto es que el viajero sentirá recorriendo sus calles un latido vivo y potente, cargado de peso histórico, pero a la vez alegre y ligero.

Ciudad de canales

No estaríamos en Holanda, o no nos sentiríamos tan en Holanda, si no tuviésemos canales; no hay que preocuparse al respecto: casi todo el centro de Utrecht está rodeado por un gran canal que se recorre en esas placenteras excursiones en barcos, acristalados para que podamos verlo todo y bajitos para pasar bajo los viejos puentes.

Además, hay otros dos canales que atraviesan esa parte vieja de la ciudad en paralelo: el nuevo es del S XV, creo recordar, lo que no parece muy novedoso pero lo es más si lo vemos con la perspectiva de que el Viejo Canal se hizo durante el XIII.

Tiene este canal, que también es parte del recorrido en barco que les proponía dos párrafos más arriba, una característica que lo hace único en el mundo: casi al nivel del agua hay un especie de acera bastante amplia que permite no sólo pasear junto al agua, sino incluso que los restaurantes en la ribera instalen terrazas.

La iglesia que cayó y la torre que aguantó

El principal monumento de Utrecht es la torre de la catedral o, como la llaman allí, la Torre Dom. Con sus 112 metros es la más alta torre de iglesia de Holanda y tiene otra característica en la que probablemente también es única: no tiene una iglesia junto a ella.

Bien, lo cierto es que la tenía y para hacerlo todo más complicado la iglesia sigue estando allí, pero sólo en parte: se trata de la antigua catedral, un espléndido edificio de un bello gótico, pero cuya nave principal fue derribada por un tornado –sí, como si estuviésemos en el medio oeste- el uno de agosto de 1674.

Para entonces la Reforma había pasado por Utrecht y la Catedral de San Martín ni era ya catedral ni obviamente estaba dedicada a San Martín. La ciudad tampoco tenía la pujanza que sí tuvo en la Edad Media y el culto protestante no era tan amigo de los grandes templos como el católico, así que tras el paso del tornado los restos de la gran nave de la catedral se dejaron tal y como estaban durante mucho tiempo, hasta que se desescombró y se decidió que ese espacio estaba bien tal y como está en la actualidad: como una plaza que separa la torre de su iglesia.

A la torre, por cierto, se puede subir a pie a través de unas tortuosas escaleras de cientos de escalones. Son unas visitas guiadas muy interesantes y recomendables no sólo por la espectacular vista desde las alturas sino por lo que se puede ver, y aprender, de la propia torre.

Mejor destino que la vieja catedral han tenido otras iglesias de Utrecht, como la que se ha convertido en el Café Olivier. La historia de esta es especialmente interesante porque refleja un fenómeno que nos resultará sorprendente: pese a ser Utrecht una ciudad formalmente protestante y estar el culto católico prohibido, éste se consentía pero en iglesias "camufladas". Así era la de este café, grande y casi lujosa, pero sin nada que la identifique en el exterior como el lugar de culto que ya no es: ahora sólo se rinde culto allí a la cerveza belga.

Arte y arquitectura

Utrecht presume de su oferta museística y cultural. Lo cierto es que en mi viaje –demasiado apresurado, como casi todos los que hago- pude apreciarla sólo en parte, pero hay dos puntos destacados que no quiero dejar de comentarles.

El primero es el Museo Catharijneconvent, que como se puede ver por el nombre está ubicado en un antiguo convento. Es un museo dedicado al arte religioso y les aseguro que es formidable, con piezas de gran calidad en varios campos: pintura, escultura, orfebrería, libros, trajes…

Además es uno de esos museos tranquilos, con no demasiados visitantes y que se disfrutan de una forma tranquila y muy placentera, realmente paladeando la visita y el espléndido arte a nuestro alrededor.

El segundo es la Casa Rietveld Schröder, obra capital de Gerrit Rietveld, uno de los arquitectos y diseñadores más importantes del siglo XX. Si usted no es fan de la arquitectura moderna esta casa cubista y revolucionaria –en ambos sentidos- no le gustará mucho, pero creo que incluso a pesar de ello apreciará las inteligentes soluciones arquitectónicas Rietveld encontró para crear una vivienda que, eso sí, respondía a un ideario cuanto menos cuestionable.

En cualquier caso, se trata de un edificio estudiado en todas las escuelas de arquitectura del mundo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, si me pregunta, les diré que hermoso a su manera sencilla, que no simple, y atrevida.

Utrecht, como pueden ver, es mucho más que la ciudad en la que los pérfidos ingleses nos robaron Gibraltar y es, sobre todo, un lugar al que vale la pena viajar y que disfrutará recorriendo, ya sea en barco o en bicicleta, y tanto subiendo a una torre medieval como entrando en un ejemplo de la arquitectura más vanguardista.

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