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Los lugares a los que me gustaría viajar en 2017

Una selección muy personal de deseos viajeros para el año que entra.

Nunca les había contado esto, pero hoy les voy a hablar de los destinos a los que me gustaría viajar en este año que está a punto de comenzar. Algunos son deseos imposibles, otros sólo son difíciles y tengo ciertas esperanzas de que se cumplan e incluso los hay de los que ya sé positivamente –o al menos estoy bastante seguro- que formarán parte de mi agenda, así que esto no es sólo una carta sin esperanza a los Reyes Magos –grandes viajeros, por cierto- sino que tiene algo de mapa por venir.

Empezaremos por dos clásicos entre mis viajes a los que tengo intención de volver este año: Irlanda e Israel. Sí, no tienen otra relación entre ellos que ser mis destinos favoritos de los últimos tiempos y que espero volver este año y poder explorarlos aún mejor. Quizá adentrarme en el desierto en el pequeño país hebreo, quizá recorrer la Costa Celta de Irlanda, uno de los rincones de la isla que aún no conozco.

Cerca, a unos pocos kilómetros de océano está otro de los destinos que quiero –y espero- conocer este año: Gran Bretaña, aunque todavía no sé si decidirme por el paisaje salvaje de Escocia, la amable e histórica campiña de Inglaterra o los pueblos y castillos medievales de Gales. Desgraciadamente tendré que elegir porque lo cierto es que las tres posibilidades me atraen muchísimo.

Otro salto aún más pequeño sobre el océano y otro lugar en el que he estado durante este 2016 y al que ya estoy deseando volver en el 2017: Francia. Maravillado por los Castillos del Loira y por la increíble zona que los rodea, conocer algo de esa Francia más rural no ha servido sino para tener más ganas de ver con mis propios ojos lugares como Bretaña o Normandía.

Bélgica y Holanda, siempre lugares para viajes deliciosos; el sur de Italia que todavía no conozco y también Sicilia; algunas ciudades de Alemania como Dresde o Leipzig; o el norte más al norte de Noruega, Finlandia o Suecia, para poder cumplir el viejo sueño de ver auroras boreales son algunos de los lugares de la vieja Europa por los que me gustaría pasar durante los próximos doce meses.

Donde me gustaría poder viajar

Hay también lugares a los que no sé si iré o no, pero a los que me gustaría poder ir, a los que me gustaría que hubiese la tranquilidad suficiente, que las cosas estuviesen lo bastante bien para poder viajar con toda la tranquilidad e incluso llevarme a mi familia.

Egipto, que sufrió un atentado en El Cairo después de muchos meses y de que el turismo –vital para el país africano- ya empezaba a remontar y esperemos que no sea otra cosa que el último de una lista que ya es demasiado larga. Si es así es un país maravilloso, con un paisaje absolutamente increíble, bien sea alrededor del Nilo o en la profundidad del desierto y, por supuesto, con una serie de maravillas arqueológicas que se me antoja imposible igualar.

Turquía es otro país en el que esperemos que las cosas mejoren este año y que, de ser así, debería ser un fijo en nuestras agendas viajeras. No sólo Estambul -una ciudad absolutamente maravillosa y, al fin y al cabo, aún sigue siendo un destino razonablemente seguro- sino en otras zonas de un país que también se merece algo mejor de lo que está teniendo en los últimos meses.

Y Túnez es otro de estos destinos que no sólo se merece que lo apoyemos por su interés turístico –sus playas, su riqueza arqueológica, el desierto, los escenarios de Star Wars…- sino también porque está logrando lo que nadie en el mundo árabe: una transición a la democracia con niveles mínimos de violencia y convertirse en el país con mayores niveles de libertad de todo el norte de África.

Allende los Océanos

No se crean que mis apetencias o ambiciones viajeras no van más allá, al contrario, hay lugares mucho más lejanos a los que me muero por ir… o por volver, como Nueva York, mi ciudad favorita que estoy deseando que se convierta también en la ciudad favorita de mi hija.

Mucho más difícil será conocer otros lugares de Estados Unidos míticos para mí y en los que aún no he estado: el Gran Cañón, Yosemite, Yellowstone y de las ciudades Chicago, aunque no me importaría pasarme por San Francisco o Las Vegas.

México tiene dos cosas que me atraen y que espero conocer este año o en los próximos: la capital –que debe ser una de esas ciudades maravillosamente monstruosas- y, por supuesto, los grandes lugares arqueológicos mayas y aztecas.

Más al sur me encantaría poder conocer Perú, por supuesto Cuzco y Machu Picchu, pero también Lima o las líneas de Nazca y las mil sorpresas que estoy seguro que debe depararte el país una vez allí.

Lo más lejos y lo más cerca

Entre los destinos más lejanos hay dos que están en mi lista desde hace tiempo y quién sabe si este 2017 no será la oportunidad para tachar al menos uno de ellos: Japón y, por supuesto, China.

El primero es sin duda la cultura lejana que me resulta más interesante y estimulante, de la que creo más creo que se puede aprender y en la que más me gustaría profundizar. El segundo no sólo tiene una cultura igualmente apasionante, sino que es uno de los países del mundo que están sufriendo una transformación más profunda que me apetece mucho conocer, no sólo como viajero sino también como periodista, que suele ser parecido pero no siempre es lo mismo.

Y entre los más cercanos, siempre tengo ganas de visitar Canarias, sobre todo en invierno, y ya va siendo hora de conocer Mallorca, pero sobre todo me gustaría profundizar en cosas por las que pasamos casi de puntillas en nuestro propio país: el Canal de Castilla, las bellísimas juderías de distintas ciudades más y menos grandes, o los pueblos históricos un tanto olvidados de Extremadura o Andalucía.

Por supuesto, muchos de estos deseos se quedarán en eso, deseos, y surgirán otros viajes que también me apasionarán, porque el destino es importante, claro, pero lo importante de verdad es tener la voluntad de sacar lo mejor de cada viaje. Con ese espíritu pocos lugares nos decepcionarán.

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