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Lanzarote, un destino más que recomendable para nuestras vacaciones

Como les contaba hace poco he pasado junto con mi familia unos días de vacaciones en Lanzarote, en lo que era mi primera visita a las Islas Canarias, una experiencia muy positiva y todo un descubrimiento, ya que la isla ha superado todas las expectativas y ha resultado ser un destino de vacaciones excelente.

Una de sus mayores virtudes es concentrar en muy poco espacio no sólo muchos puntos de interés para el viajero, sino también diferentes paisajes (aunque siempre con la dominante volcánica) e incluso distintas posibilidades para decidir qué vacaciones queremos disfrutar: desde grandes hoteles idóneos para familias hasta posibilidades de turismo rural o incluso actividades de aventura o senderismo para los más atrevidos; desde pequeñas ciudades que parecen construidas para "guiris", hasta pueblecitos completamente fuera de las rutas turísticas habituales y en los que nos sentimos en otra época varias décadas atrás.

Y, por supuesto, con la posibilidad de combinar un poco de cada cosa en esas vacaciones ideales para muchos en las que se mezclan el descanso y la relajación con las visitas tan satisfactorias como el Parque Natural de Timanfaya. Ayudados, como les digo, porque en una isla tan pequeña (unos 70 kilómetros de sur a norte) todo está a tiro de piedra o, como decimos los madrileños, "ahí al lado".

Espero poder hablarles de forma más detallada de muchos sitios de Lanzarote, pero no quiero dejar de citar ahora algunos lugares especialmente impresionantes como Timanfaya, el espléndido parque natural fruto de una serie de espantosas erupciones volcánicas hace poco más de dos siglos y que es, en su inaudita desolación, uno de los paisajes más bellos que he conocido jamás.


Timanfaya es la demostración palpable de la fuerza destructora (y creadora al mismo tiempo) de la naturaleza, muy cerca de allí la región vitivinícola de La Geria podría ser perfectamente la mejor prueba de lo contrario: de como el hombre es capaz de amoldar a la madre tierra para sacar de ella provecho incluso en las condiciones más desfavorables y, al mismo tiempo, crear paisajes tan sorprendentes como de ensueño.


También es un auténtico homenaje al trabajo y el esfuerzo: hay vinos de Lanzarote, sí, pero cada vid y cada botella se mantienen o se obtienen luchando a brazo partido contra el viento y contra unas condiciones más inhóspitas que acogedoras para las uvas.

Y queda mucho más: las excepcionales obras de César Manrique, playas magníficas y solitarias, pueblos con una hermosa arquitectura tradicional... en resumen: todo un lujo a poco más de dos horas de avión, con un tiempo estupendo todo el año y con gente amable dispuesta a recibirnos y a tratarnos de maravilla.

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