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Fútbol, modernidad, naturaleza, chocolate o espíritu medieval: Zúrich tiene de todo

Con su tamaño compacto y cómodo Zúrich es a su modo toda una capital europea aunque, otra peculiaridad suiza, tampoco sea la capital del país.

Con su tamaño compacto y cómodo Zúrich es a su modo toda una capital europea aunque, otra peculiaridad suiza, tampoco sea la capital del país.
Las muchas caras de Zúrich

Con 400.000 habitantes, Zúrich es una ciudad pequeña para el estándar europeo. Incluso en España, que tampoco es un país de urbes gigantescas, sería sólo la novena más poblada. Pero en la Suiza de los cantones las cosas son diferentes y es la más grande y con más habitantes del país, además de la capital financiera -al menos en buena parte- y, sobre todo, una metrópoli vibrante desde el punto de vista cultural, comercial o empresarial.

En resumen, podemos decir que con su tamaño compacto e incluso cómodo Zúrich es a su modo toda una capital europea aunque, en lo que sin duda es otra peculiaridad suiza, tampoco sea la capital del país.

Personalmente me gustó mucho la relación inverosímil entre ese tamaño perfectamente abarcable y hasta paseable y las muchas caras tan distintas -y alguna francamente sorprendente- que podemos encontrar en el interior de Zúrich.

Lo más inesperado…

Está, por ejemplo, la cara más alternativa y moderna de la ciudad que se concentra sobre todo en Zúrich West, una antigua zona industrial que está siendo sometida a una profunda renovación y hoy en día es un polo cultural y una de las partes en las que "pasan cosas".

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La Prime Tower y la tienda de Freitag | C.Jordá

Teatros en antiguas fábricas que han sido perfectamente rehabilitadas, viveros de empresas tecnológicas en lo que era una vieja fundición, tiendas de marcas tan modernas que aún no son demasiado conocidas -pero que ya son carísimas- bajo los arcos de un viaducto…

Todo Zúrich West es un canto al reciclaje, a la rehabilitación y al cambio, como uno de sus lugares más conocidos, el Frau Gerols Garten, una zona de comercios con un toque hippy y bares, construida de forma provisional en un solar abandonado en el que se han amontonado contenedores de mercancías que ahora cumplen una función muy diferente, como en la cercana tienda insignia de Freitag, la marca que fabrica bolsos… con material reciclado, por supuesto.

…Y quizá lo más esperado

Hablamos de una parte de la ciudad que no será, probablemente, lo que muchos viajeros esperan encontrar en Zúrich, pero si usted busca la clásica ciudad suiza con un toque medieval y mucho encanto no se preocupe: la encontrará en el Altstadt, el casco viejo de la ciudad, la Zúrich de los gremios anterior a la gran expansión económica y urbana.

Calles estrechas de suelo adoquinado y plazuelas a las que dan edificios pintados de colores pastel llenas de cafés y pequeñas tiendas. Una zona dividida por el río Limago allí donde ya a punto de desembocar en el lago y donde ofrece alguna de las vistas más atractivas de toda la ciudad. Es un área relativamente pequeña y por la que es un placer pasear, incluso cuando una lluvia fina y neblinosa se levanta como desde el lago y tiñe todo de un gris azulado, también bello a su manera.

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Un rincón del casco antiguo | C.Jordá

Aquí están las iglesias más famosas de Zúrich: a un lado del río la Fraumunster -con unas maravillosas vidrieras de Chagall- y la Peterskirche, en cuya torre está el enorme reloj que es uno de los iconos de la ciudad; al otro la Grossmunster, con sus torres gemelas marcando el punto más alto de este modesto pero orgulloso skyline medieval.

Otra forma de contemplar la belleza de este centro histórico es coger el Polybahn, el viejo y lleno de encanto funicular que sube a la parte alta, donde está la universidad. Allí, desde una gran terraza en la que las parejas disfrutan de un momento romántico y los niños juegan como en un parque tenemos una vista privilegiada sobre los puntiagudos tejados, que se diría que esperan la nieve incluso en mitad de una agradablemente templada primavera

La riqueza

Y aún hay otro Zúrich que vale la pena conocer: el de los grandes bancos, las cafeterías o pastelerías de lujo, las tiendas de las mejores marcas y los más altos precios. Es el barrio, más o menos alrededor de la Bahnhofstrasse, por el que la ciudad se expandió a finales del siglo XIX y principios del XX, convirtiéndose en una urbe cada vez más grande -entre 1850 y 1950 prácticamente multiplicó por diez su población- y, sobre todo, cada vez más rica.

La expansión económica llegó sobre las vías del tren y en esta zona de la ciudad lo destacado ya no son las iglesias, sino construcciones más directamente relacionadas con el dinero: la inmensa estación, las sedes de los grandes bancos -como el bellísimo de Credit Suisse en la icónica Paradeplatz-, o los grandes almacenes que se edificaban para un público cada vez más pudiente y más exigente. O incluso los edificios públicos, como la comisaría en la que durante dos años estuvo pintando el techo de una sala Augusto Giacometti -primo del padre del conocido escultor- y que hoy se anuncia, y casi seguro que es, como el cuartel de policía más bello del mundo.

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Interior de la antigua sede de Credit Suisse | C.Jordá

Es la Zúrich de las pastelerías-cafetería Sprüngli, auténtico símbolo de la cara más gourmet de la ciudad, por supuesto con el chocolate excepcional que se fabrica a sólo unos kilómetros del centro, en un gran edifico al borde del lago.

Un lago que, por cierto, tiene que ser otro de los lugares a los que destinemos parte de nuestro tiempo. Una buena opción es uno de los barcos de línea que recorre los diferentes pueblos a uno y otro lado de la costa, tranquilamente, a un ritmo que permite al viajero disfrutar de la plácida navegación, de la belleza de la estampa de los barcos de vela que surcan también la superficie del agua y de las pequeñas villas a nuestro paso con sus casas lujosas que se asoman al borde del agua.

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El Museo del Fútbol Mundial | C.Jordá

La última cara de Zúrich de la que quiero hablarles quizá también resulte sorprendente para muchos: la deportiva, por decirlo de algún modo, que se puede disfrutar en el Museo del Mundial de Fútbol. Es una curiosa exposición sobre el deporte rey con dos vertientes: por un lado la que muestra lo más elevado, la competición suprema, con un repaso a todos los Mundiales celebrados hasta ahora con información, imágenes y algunos recuerdos y fetiches históricos.

Y por otro, un llamativo repaso a lugares donde el fútbol es todo lo contrario: la liga de sólo dos contrincantes de una isla remota, el equipo de pescadores pobres salvadoreños… un fútbol en el que seguro que los goles son menos espectaculares, pero donde las emociones son, probablemente, algo más auténticas.

Un apunte práctico: para llegar a Suiza la compañía Swiss ofrece muchos vuelos y muchas frecuencias desde varios aeropuertos de España y, una vez allí siempre es una buena opción aprovechar las ventajas del Swiss Travel Pass que, con un billete, nos permite subir en prácticamente todos los trenes, autobuses y barcos de Suiza, además de entrar en más de 500 museos.

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