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Brno: la cenicienta checa que cada día luce más guapa (y más interesante)

Supongo que a ustedes les pasa con Brno más o menos lo mismo que a mí: que su extraño nombre –por cierto, para los que dudéis al respecto: se pronuncia Berno– les sonaba de poco más que el gran premio de motociclismo que durante muchos años se ha celebrado allí. No mucho más de eso se sabía de ella, considerada un poco la hermana fea de Praga, una comparación, por cierto, que muy pocas ciudades del mundo podrían resistir.

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La península de Dingle: el paraíso tranquilo en el salvaje oeste de Irlanda

Hay un punto en Comare, al norte de la península de Iveragh, que quizá tenga las mejores vistas sobre su vecina la península de Dingle. Desde allí, al otro lado de la larga ensenada que separa estos dos pequeños pero bellísimos pedazos de Irlanda, vemos la sucesión de colinas verdes moteadas aquí y allá del blanco de alguna casa y del gris de los muros de piedra que separan los pastos. En un día amable de verano en el que hasta el sol se presentaba a ratos, y en el silencio de la mañana de un domingo en la que parecía que los indígenas no habían acabado de despertarse, era uno de los paisajes más tranquilos que he visto en mi vida y la sensación de paz resultaba casi abrumadora.

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Un castillo impresionante, unas viejas fotografías y el monumento más antiguo de Europa

En una de las dos colinas que contienen Montemor-o-Novo está su espectacular castillo, en la otra, justo enfrente, la mucho más modesta ermita de Nossa Senhora da Visitaçao. Es un contraste que me parece que resume muy bien esta zona del interior del Alentejo, que es al mismo tiempo monumental y humilde, medieval y como de ir por casa, si me permiten la expresión.

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Irati: el rincón de España que nos recuerda lo que podemos lograr los humanos y la naturaleza

La gente de la zona que sabe del tema se escandaliza cuando alguien habla de la selva de Irati como de un espacio "virgen": en realidad ese bosque inmenso es en realidad el resultado de siglos, por no decir milenios, de interactuación entre la naturaleza y el ser humano. Y si hay algo hermoso en un territorio que no ha sido tocado jamás por la mano del hombre, que por supuesto lo hay, aún me lo parece más esa idea de un espacio que es fruto del libre albedrío de la naturaleza, pero al mismo tiempo ha sido pulido con paciencia y esmero por generaciones de personas que sabían lo que hacían y que lograban subsistir ellos, pero que también lo hiciese su entorno.

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Olomouc: cuando una columna es bastante razón para viajar y encontrarse con una maravillosa sorpresa

Hay millones de formas distintas de dividir y clasificar a los viajeros: los que vagan en solitario frente los que lo hacen en compañía, los que van con su familia y los que siempre se juntan con amigos, los de camping frente a los de cinco estrellas… A mí hay una que me hace gracia y que me parece muy relevante respecto al viaje: los que se informan mucho antes de partir y los que prefieren que el viaje les sorprenda.

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Dos mares, maravillas ecológicas y hamacas de mimbre: el norte playero y veraniego de Alemania

Sí, de entrada yo tampoco pensaría en Alemania como un destino costero y estival, pero la realidad es que puede serlo: al norte y con dos mares para elegir –el Báltico y el del Norte– el país de los germanos nos ofrece un puñado de lugares en los que disfrutar de otro verano, algo menos caluroso pero no por ello falto de playas de arena fina, baños de mar y hasta de sol.

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Una ciudad diferente, llena de encanto y que deberías poner en tu radar turístico: Vilna

Cuando por fin logro salir de su interior un tanto laberíntico, el aeropuerto de Vilna desde fuera me parece más una estación de tren que el aeródromo de una capital europea. Aún no lo sé, pero de alguna forma esa fachada modesta y hasta anticuada me está preludiando lo que luego me encontraré en la ciudad: una cierta sobriedad y una ausencia de grandeza que le dan también su carácter a la principal urbe de Lituania.

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Comer, beber y salir en Buenos Aires: el brillo de la cara más hedonista de la capital Argentina

De las muchas cosas que me sorprendieron de Buenos Aires, una fue el altísimo nivel gastronómico de la capital de Argentina. Un nivel, además, que recorre varias escalas y tipos de restaurantes, desde lo más alto a lo meramente callejero y que, por último, transciende la mera restauración para extenderse por otras ramas de la hostelería y, singularmente, a una noche llena de locales interesantísimos, que es muy intensa y que también tiene su cara gourmet en una coctelería excepcional.

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