Hoy es uno de esos días en los que uno se siente orgulloso de ser español y del nivel de nuestros deportistas, en este caso los que luchan y se juegan el pellejo encima de una moto en el Mundial de motociclismo. El Gran Premio de Italia ya forma parte de la historia española de este deporte: los nuestros han conseguido imponerse en las tres categorías del campeonato y hacerlo con estilo y gracia. Nico Terol, recién incorporado tras pasar por el quirófano, Marc Márquez y el gran Jorge Lorenzo han coronado el podio de Mugello y han vuelto a demostrar a los inquilinos del Mundial quién manda en esto de las dos ruedas.

Hacía diez meses que no veíamos una escena como la de este domingo: tres pilotos españoles en lo más alto, dos de los cuales, Lorenzo y Márquez, han puesto rumbo al asalto del liderato de sus respectivas categorías. El otro, Terol, se ha afianzado como líder del octavo de litro. No se puede pedir más, más emoción, más y mejor rendimiento y no olvidemos, mejor cantera. Sino que se lo pregunten al mejor rookie del año, el catalán Maverick Viñales, que ha vuelto a subirse al podio con la normalidad de quien lleva toda una vida en el Mundial.

La historia escrita en el circuito de Ferrari empezaba a primera hora y con un Nico Terol consciente de su mermado estado físico pero sabedor del potencial de su pilotaje y su moto, Marisol. El valenciano supo aguantar detrás del francés Zarco y asestarle la estocada mortal en la última curva, aprovechando el rebufo y la velocidad punta de su Aprilia.

Más pelea y emoción vivimos en Moto2. Marc Márquez salía con la pole en una categoría donde el triunfo se decide por detalles y Mugello mostró esos detalles que hicieron al de Cervera campeón del mundo de 125cc y le han convertido en el mejor relevo del motociclismo español. Era difícil superar la racionalidad y la garra con la que luchó Márquez en carrera para que no le arrebataran el primer peldaño del podio, hasta que llegó el espartano, el gladiador de los circuitos, el no siempre querido Jorge Lorenzo.

Cuando casi todos daban por hecha la victoria de Casey Stoner en Italia, que llevaba más de dos segundo de ventaja sobre Lorenzo y su compañero de equipo Andrea Dovizioso, Jorge abrió gas y exprimió al máximo la esencia del motor Yamaha y supo retorcer el chasis de la moto de la escudería japonesa para emprender la caza y captura del australiano, que sufría por la degradación de sus neumáticos. Menos de diez vueltas le valieron al mallorquín para alcanzar y superar a Stoner, que al final tuvo que conformarse con la tercera posición después de ser adelantado por Dovizioso. Duro golpe para el australiano porque a nadie le guste que le superen, pero menos aún si el que lo hace es tu compañero de equipo.

Sin duda Lorenzo ha firmado una de sus mejores carreras de los últimos tiempos y ha demostrado que da igual el rival, porque como él ya reconoció en alguna ocasión en su época en 250cc, el mayor rival del mallorquín es él mismo. Jorge es un piloto sin límites y con el potencial y el corazón necesarios como para seguir dándonos muchos y muy buenos domingos de carreras. Nadie puede negar esto, le caiga mejor o peor un piloto que no ha hecho otra cosa en su vida que trabajar para ganar.

Fin de semana para el recuerdo y en el que, además de la tercera posición de Viñales, que enorgullece a los profesionales españoles que trabajan para que España siga siendo un referente en el mundo del motociclismo, ha visto cómo otro campeón, Dani Pedrosa, volvía a la competición. Una lástima la caída de Dani en el Gran Premio de Francia porque, de no haberse producido, seguro que Pedrosa estaría luchando junto a Jorge y Stoner por el título más disputado de los últimos tiempos. La decepción, una vez más, Valentino Rossi que no consigue domar a la Ducati ni en su propia casa. Más vale que el italiano empiece a pensar y a trabajar en la próxima Desmodedici de 1000cc del próximo año porque éste se presume más que perdido.