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La magia de Hungría

El Gran Premio de Hungría nos vuelto a al mago y su magia. Fernando Alonso ha firmado en este trazado, que le vio ganar por primera vez allá por 2003, su mejor carrera en lo que llevamos de campeonato y también el mejor resultado. La segunda posición del asturiano da oxígeno a la relación entre el piloto y la escudería Ferrari, muy deteriorada en los últimos grandes premios debido a los mediocres resultados cosechados hasta ahora. Hasta el campeón del mundo Niki Lauda subió el tono para calificar de "coche de mierda" el monoplaza de Alonso. El austriaco pidió perdón, pero son muchos los que piensan esto mismo aunque no lo digan o lo adornen.

Críticas aparte, en esta ocasión es tiempo para las alabanzas, porque todo funcionó a la perfección. Fernando Alonso pidió "una carrera loca" y la tuvo. La lluvia, los dos safety cars y algo de desorden en el muro de Mercedes se conjuraron para que el bicampeón volviera al podio. A punto estuvo de ganar; es más, durante un tercio de la carrera nadie le enturbió el aire ni la vista. Esta vez la estrategia, la conservación de los neumáticos y las muñecas del campeón funcionaron como uno solo y, de no haber sido por los frescos y rápidos neumáticos de Daniel Ricciardo, Fernando habría hecho de nuevo los pajaritos que desde hace mucho esperan en el nido.

Un soplo de aire fresco en el mejor momento, antes del parón veraniego en el que Ferrari tendrá que recuperar muchas asignaturas pendientes, aunque el curso ya está perdido. La notas de sus rivales -sobre todo las obtenidas por Mercedes- son demasiado altas.

Sus dos alumnos serán los que se disputen el Mundial y eso está empezando a pesar en el garaje de la escudería alemana. Mientras que en clasificación el motor de Lewis Hamilton dijo 'basta' ante de completar ni una sola vuelta, lo que ha hecho despertar la rumorología de las ocultas intenciones de sus jefes por beneficiar a Rosberg, de la misma nacionalidad del equipo, en carrera el perdido fue Rosberg y su equipo.

La lluvia y una mala estrategia llevaron al todavía líder del Mundial a quedar fuera del podio, algo que sólo le había pasado en Silverstone y, lo que es más significativo, verse superado por su compañero de equipo, que remontó desde la última plaza. Otra remontada de diez que dice mucho del talento del que debería ganar la batalla por el título Lewis Hamilton.

Una carrera de diez, de las que que normalmente se dice que hacen y afianzan a la afición. La mejor medicina para una hinchada que necesita nuevos triunfos, nuevos retos e ilusiones. En Hungría pudimos ver, aunque fuera por unos minutos, al Fernando de siempre, a ese que hizo de este deporte una revolución en todo el país.

Parece difícil que la magia siga brillando tras las vacaciones de agosto. De todos modos, habrá que esperar a Spa-Francorchamps a finales del próximo mes para saber si fue magia o competitividad lo que estuvo detrás del resultado del piloto español.

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