Cuando uno piensa en Joan Garriga se le vienen a la cabeza decenas de carreras, de luchas en la última vuelta y de adelantamientos por fuera, germen de la afición actual y germen también de la cantera y los campeones que hoy día disfrutamos. Joan fue el primero que se atrevió a plantar cara a los americanos y australianos que a finales de los años ochenta e inicio de los noventa dominaban las categoría reina. Y lo hizo con valentía y con agresividad y sacando de su moto lo que no tenía, algo que siempre le caracterizó. El hoy malogrado Garriga fue el piloto que abrió la veda para los nuestros en 500cc, que hasta entonces se limitaban a luchar, con muy buenos resultados, en las categorías inferiores. También fue en éstas donde este deportista catalán se hizo un nombre, de hecho consiguió ser subcampeón del cuarto de litro. Míticas son las luchas con Sito Pons por el título de 250cc, dos formas distintas de pilotar y de enfrentar la curva, de ahí que por primera vez nacieran dos hinchadas la de Sito y la de Garriga.

Quién no recuerda aquella Yamaha azul con el patrocinio de Ducados corta de potencia y hábil en las curvas gracias a la maestría de Garriga. Pilotos como el propio Garriga o su eterno rival y siempre amigo Sito Pons, fueron los ídolos de muchos de los padres de los pilotos españoles que tantos títulos y alegrías nos han dado en los últimos años. Hacer afición es hacer cantera y provocar que todo el Jarama se levante a tu paso eso es hacer hinchada. Una hinchada que no ha dejado de ver motos, de amar a las motos desde entonces y eso se ha notados en la parrilla del Mundial y en el palmarés de los españoles. Y sí, parte del éxito del motociclismo español se lo debemos a pilotos como Joan Garriga que con sus luces y sus sombras ha amado como el que más este deporte.

Su pérdida nos sirve para mirar atrás y hacer balance, para recordar y entender el nivel actual de este deporte en nuestro país, referencia en todo el mundo. Descanse en paz.