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Hamilton… sencillamente inmenso

¿Cómo calificar una carrera como la que hemos vivido este domingo? ¿Caótica? ¿Emocionante? ¿Impresionante? ¿Sorprendente? ¿Táctica? Tal vez lo más fácil y justo sería tomar un poco de cada calificativo para contarla. Si hace dos semanas insistía en que Hamilton nos había regalado su mejor carrera –bajo amenaza de ser criticado, cosa que ocurrió– ahora con esta nueva victoria en Hockenheim –¡qué manera de echar de menos el trazado anterior!– nos demuestra que sigue mejorando su conducción y que es sin duda un piloto A1, de esos que en cualquier momento nos deja con la boca abierta, pese a las dudas, críticas y hasta burlas desde algunos sectores.
 
Siempre nos hemos quejado de la aparición de un safety car pero esta vez no sólo tenemos que agradecerlo nosotros –porque nos regaló una carrera mucho más atractiva en su segunda mitad– sino también el mismo Hamilton. Con el error en la táctica dictada desde los boxes por parte de los responsables de McLaren –aunque la opinión del piloto siempre se toma en cuenta también– su carrera podría haberse echado a perder. Pese a eso, el británico tomó las riendas del problema y redondeó un nuevo carrerón. Y si hace dos semanas fue bajo una intensa lluvia, esta vez ha sido en seco. Esperemos por el bien de la Fórmula Uno que nos siga sorprendiendo en la pista y menos fuera de ella.
 
La carrera parecía encaminarse al típico gran premio aburrido con un ganador salido desde la pole. Aunque fue así finalmente, lo cierto es que pasaron muchas cosas en las 67 vueltas y todas contribuyeron a que la carrera se convirtiera en una de las más interesantes del año. En la primera parte la tónica fue normal hasta el baile de entrada a boxes en el que el más perjudicado fue Alonso, perdiendo posición ante Vettel y poco después ante Raikkonen. El punto de inflexión llegó en la entrada del safety tras el brutal accidente de Timo Glock. McLaren, dejando fuera a Hamilton, convirtió la carrera del británico casi en una tragedia, pero después de su segunda entrada a boxes, voló sobre el asfalto y demostró que está hecho de una pasta que sólo algunos pueden presumir.
 
Lo de Renault es casi de chiste. Cuando todos pensábamos que el equipo francés ya no podría aspirar a nada este año, llega un tipo como Piquet –muchas veces criticado injustamente también– y nos regala un segundo puesto histórico en el mismo circuito donde su padre debutó en 1978 a bordo de un McLaren Ford y donde ganaría tres veces: Dos en los años en los que fue campeón del mundo (1981 con Brabham y 1987 con Williams) y en 1986. Increíble táctica del joven Nelson porque sólo entró una vez a boxes, algo impensado en un circuito como el de Alemania pero posible gracias al caos. Ya en las últimas carreras (sólo la lluvia le dejó fuera de Silverstone) había demostrado una mejora y ahora logra un éxito irreprochable. La otra cara de la moneda es la de Alonso. En las primeras vueltas, y pese a perder dos posiciones en la primera vuelta, dio la impresión de estar en la capacidad de pelear incluso con los BMW Sauber. Nuevamente tuvo a Trulli como rival pero entre sus planes seguro que no estaba previsto ver a Vettel –buena carrera del alemán– provocarle tantas dificultades. Ahora no le queda otra que volver a pasar página y cargar pilas para que en Hungría –­donde logró su primera victoria– encuentre la motivación que en Renault parecen empeñados en negarle.
 
Sí cabe destacar el mal momento de Ferrari. No parece normal que la scuderia se viera tan superada en un circuito donde normalmente suele ir muy bien. Es verdad que las condiciones no eran las normales (menos calor del esperado) pero la situación era así para todos, sobre todo considerando que ahora todos tienen los mismos neumáticos. Massa incluso estuvo en disposición de ganar pero tuvo que rendirse ante la enorme superioridad de Hamilton. Raikkonen aún peor, nunca estuvo ni siquiera cerca de los puestos de podio.

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