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Cockpits cerrados, ¿el futuro de la Fórmula 1?

Monoplazas convertidos prácticamente en cazas con ruedas, cerrados con una cubierta de policarbonato que proteja al piloto de cualquier impacto que venga del exterior. Esta es la idea en la que está trabajando la Fórmula 1 con vistas a mejorar la seguridad de los pilotos. Las pruebas dirigidas por un grupo técnico se han basado en la resistencia de estos materiales para aguantar fuertes impactos, como el sufrido por Felipe Massa en 2009 que le dejó gravemente herido, o el que provocó la muerte de Henry Surtee, piloto de la GP2, ese mismo año.

Desde esa temporada precisamente, y también después con la muerte de Jules Bianchi, las grandes escuderías trabajan con prototipos para darle a los pilotos lo que parecen querer, más seguridad al volante. Quizás el diseño más avanzado y que menos irrumpe en la estética y tradición de los monoplazas de la F1 sea el presentado por Mercedes, una estructura en forma de boomerang que iría anclada al morro del monoplaza y que protegería la cabeza del piloto.

Pero los contras para poder dar este gran salto, porque lo es, son los mismos que aparecen con estructuras más intrusivas, como el presupuesto, la pérdida de visibilidad del piloto y la necesidad de que la cúpula, las barras protectoras o el mecanismo que se elija puedan retirarse en menos de diez segundos en caso de que el piloto necesite salir del cockpit. De no ser así, lo que debería funcionar como un salvavidas se podría convertir en una auténtica cárcel y accidentes como el que sufrió el tricampeón del mundo Nicky Lauda serían mortales si el piloto no puede escapar de las llamas.

Pese a que los pilotos quieren una solución para la temporada de 2017 todavía hay más problemas que soluciones y sobre todo existen muchas dudas sobre el impacto tanto estético como aerodinámico. Cualquier alternativa que supusiera cubrir el habitáculo del coche supondría desvirtuar un deporte procedente del mundo de los karts donde las protecciones no existen, y acercarse a otras modalidades como el DTM. Dejar de ver los cascos, característicos de cada piloto, no poder ver los pajaritos de quien gana o los saludos de los protagonistas puede parecer menor pero forman parte del imaginario de este deporte que ya se ha dejado demasiado por el camino.

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