Menú

Hija Del Metal

Gracias por tus planes para celebrar nuestro aniversario. Todo salió perfecto : los regalos (¡ya tengo la funda de Dolce&Gabanna para mi iPad!), el hotel (Villamagna, rehabilitado con gusto y sin caer en la obsesión zen-minimalista), la cena con las Nancys Rubias en el restaurante asiático de lujo del hotel (el Tse Yang, uno de nuestros favoritos) y como broche de oro la cita habitual con la fiesta “¡Qué Maravilla”, que merece un capítulo aparte que te dejo a ti, fotos incluídas. Jorge Calvo se supera cada mes, yo no sé qué va a ser lo siguiente que prepare. En fin, que once años después de darte el “sí, quiero” ante un juez debidamente interpretado del gran Elvis, vuelvo a hacerlo en esta pequeña ceremonia privada que nos montamos en nuestros aniversarios. Contrato prorrogado indefinidamente.

Quiero retomar un par de puntos que tratas en tu última entrada en este blog. Por un lado volver a mencionar a Pablo, el niño que nos robó el corazón en el concierto de Alice Cooper (y que nos ha enviado un dibujo chulísimo para felicitar la Navidad). Siempre recurrimos a la excusa de que si alguien (algún ser superior o deidad, supongo) nos asegurara que nos iba a salir un niño así, firmaríamos ahora mismo, pero que como nadie tiene esa potestad inmanente, preferimos no arriesgarnos. Al fin y al cabo, si ya existe un niño como Pablo, lo que tenemos que hacer es disfrutar de él.

Sus padres son una maravilla. En casa escuchan música de todo tipo, pero Pablo ha decidido que prefiere Kiss y Alice Cooper a los Pet Shop Boys. Así que sus padres le llevan a los conciertos a disfrutar con las canciones y el espectáculo. Pablo nos contó que también estuvo en el concierto de Kiss, no me quedó muy claro si le gustaba más Alice Cooper porque le cortan la cabeza o Kiss porque Gene Simmons sangra y escupe fuego. Te dejo un par de fotos que he encontrado de otros niños que, como Pablo, saben ver el valor de un buen eye-liner aplicado de forma exagerada.

Otro punto que mencionas es el público que nos encontramos cada vez que vamos a uno de estos conciertos. Te recuerdo que estamos hablando de un rock que, sí, es Metal, pero donde los grupos apuestan por una estética extrema y teatral. Es lógico que cuando vamos a los conciertos de Kiss, Alice Cooper, Marilyn Manson o Mötley Crüe nos topemos con almas gemelas y con otras que aún no siéndolo tanto no nos consideran del todo marcianos teniendo en cuenta lo que hay sobre el escenario. Pero, ¡cuidado!, no te equivoques, también hay un público rockero MUY fundamentalista (te recuerdo el que fue a ver a New York Dolls cuando Nancys Rubias fuisteis teloneros). Eso es lo que más me ha alejado del rock, teniendo en cuenta que es mi punto de partida vital y musical. Con el paso de los años me doy cuenta que fundamentalistas hay en todas partes, en los festivales de música electrónica, en los repertorios de las discotecas de ambiente, entre los indies de libro… también reconozco que nuestro caso no es fácilmente comprensible. Que veneremos al mismo tiempo el Metal, el Glam, la música Disco, los éxitos incontestables de las Sex Bomb, el Pop más efímero, a las divas trash o a las reinas de la copla, no es fácil de digerir para los demás.

Los Pegamoides lo supimos pronto. En 1981 nos llamaron para tocar en la plaza de Toros de las Ventas en la final del concurso de Rock Villa de Madrid. Éramos el grupo invitado para amenizar la velada mientras el jurado deliberaba y decidía quién ganaba el premio ese año. Habíamos visto la actuación de Obús, que resultaron ser los ganadores, y nos habían encantado. Y creo recordar que llevaban el bombo de la batería decorado con tachuelas y eso nos pareció un detalle a tener en cuenta. En fin, que el público supuestamente rockero presente en la plaza nos recibió con una lluvia de latas. Recuerdo un gran momento de los Pegamoides tocando la canción “Quiero salir” (sin duda con mayor contenido de rock y oscuridad que nada de lo que había sonado allí esa noche) y Carlos Berlanga sangrando a pantalla gigante. Así descubrimos que cuando no te ajustas a un dogma, no tienes nada que hacer ante los borregos. Ya te supondrás que cada paso que hemos dado posteriormente no ha sido más que una reafirmación de esa ley nefasta.

Tú y yo hemos hablado de este tema un millón de veces : por más que me gusten muchos grupos, muchos artistas, muchas canciones de estilos dispares, sólo disfruto DE VERDAD en conciertos de rock. Siempre hay alguna excepción, como Raphael o los Pet Shop Boys, pero la balanza está peligrosamente inclinada. Y me temo que mi imagen pública expresa otra cosa, al menos para los que menos me conocen. Me imaginaran regocijándome con cada nota de Kylie, con cada movimiento de Madonna, sin pensar que me paso el rato aguantando el bostezo y mirando el reloj. Y es que sí, soy una HIJA DEL METAL. Y todo esto tiene implicaciones que van más allá de la música, pero eso lo dejo para mi próxima entrada, que esta me ha quedado muy larga.

De momento, nuestra próxima cita con el género será en el concierto de Mötörhead, liderado por el gran Lemmy, con el que nos hicimos una foto en el Rainbow de Los Ángeles gracias a nuestra amiga Candy Love, que le llama cariñosamente “Tito Lemmy”.

Prepárate, va a estallar el obús.
 

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

Herramientas